
Basura en las profundidades: científicos argentinos exploran cañones submarinos y revelan un impacto alarmante
Actualidad18/10/2025
Sergio Bustos
“La basura alcanza estos lugares tan preciados para la humanidad, las imágenes hablan por sí solas”, comentaron los investigadores durante la transmisión en vivo del Schmidt Ocean Institute (SOI). La frase acompañó una escena inesperada: plásticos y restos humanos en sectores del fondo marino nunca antes explorados, a cientos de kilómetros de la costa patagónica.


La campaña científica “Ecos de dos Cañones” recorre durante un mes dos sistemas submarinos profundos: Bahía Blanca y Almirante Brown, ubicados frente a Viedma y Rawson. Ambos cañones forman parte de la Plataforma Continental Argentina, una de las regiones más productivas del Mar Argentino, donde las corrientes oceánicas y la morfología submarina crean un ecosistema de alta riqueza biológica.
La expedición se realiza a bordo del buque RV Falkor (too), perteneciente al SOI, una organización sin fines de lucro de Estados Unidos. Participan científicos del CONICET y distintas instituciones nacionales, con el objetivo de mapear y estudiar la dinámica de estas estructuras submarinas en detalle sin precedentes.
La jefa científica es Silvia Inés Romero, investigadora del Servicio de Hidrografía Naval, acompañada por Graziella Bozzano, especialista en oceanografía; Laura Ruiz Etcheverry, del CIMA-CONICET-UBA; y Ornella Silvestri, becaria del CONICET. “Queremos entender cómo la forma de los cañones modifica el movimiento de las masas de agua y la dinámica de los ecosistemas”, explicó Romero.
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La investigación combina enfoques geológicos, oceanográficos y biológicos. Se realizan mapeos de alta resolución del fondo marino para conocer la morfología y las trayectorias de corrientes. Con ecosondas no invasivas, el equipo registra velocidades a distintas profundidades sin afectar a la fauna. Además, se elaboran perfiles verticales con instrumentos CTD que miden temperatura, conductividad y presión con gran precisión.
En paralelo, se toman muestras de agua mediante una roseta con 24 botellas de 12 litros cada una, que permite estudiar parámetros como pH, alcalinidad, materia orgánica y otros componentes del ciclo del carbono. Los muestreos se hacen en estaciones seleccionadas a lo largo de los cañones, para obtener una visión tridimensional de su funcionamiento.
También se recolectan organismos planctónicos con redes de arrastre en superficie y subsuperficie. Se despliegan 46 boyas derivantes —30 de ellas construidas en Argentina— equipadas con GPS, para seguir las trayectorias de masas de agua y entender cómo estas estructuras canalizan las corrientes. “30 de estas boyas las construimos y desarrollamos acá en Argentina”, destacaron desde el CONICET, subrayando el aporte tecnológico nacional.
El hallazgo de basura en estas zonas sorprendió a los científicos. No se trata de áreas urbanas ni de tránsito marítimo intenso, lo que confirma que los desechos se dispersan a través de las corrientes y terminan en puntos remotos, incluso a grandes profundidades. Para el equipo, estas imágenes son una prueba directa del alcance real de la contaminación marina.
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La presencia de plásticos en los cañones submarinos también plantea preguntas sobre el impacto en ecosistemas poco conocidos. Estas zonas actúan como embudos naturales que transportan agua, sedimentos y nutrientes desde la plataforma hacia el talud continental. Cualquier contaminación que ingrese en ellos puede afectar cadenas tróficas enteras en un área estratégica para la pesca y la biodiversidad marina argentina.
La campaña tiene un carácter pionero. Nunca antes se había realizado un estudio interdisciplinario de esta magnitud en los cañones del Mar Argentino. Los resultados permitirán comprender cómo interactúan la geografía submarina, las corrientes y los ecosistemas, y aportar datos clave para diseñar políticas de conservación más precisas.
Además, se inscribe en un contexto internacional donde la protección de los océanos gana protagonismo político y ambiental. Argentina busca posicionarse como actor relevante en la discusión global sobre la conservación marina, en un escenario marcado por la presión pesquera, el cambio climático y la expansión de actividades extractivas en aguas profundas.
La presencia de basura en un entorno natural tan aislado funciona como advertencia. Muestra que la contaminación no reconoce fronteras y llega incluso a los rincones más inaccesibles del planeta. Para los investigadores, el hallazgo refuerza la urgencia de monitorear y proteger los fondos marinos, antes de que los daños sean irreversibles.
















