La Generación Z revive el año 2000 y rompe con la corrección millennial

Actualidad24/10/2025Sergio BustosSergio Bustos
jovenes millenials
Jovenes Z.

Desde Nueva York hasta Seúl, la estética del 2000 volvió con fuerza. Los jeans holgados, los tops cortos, los broches de mariposa y los celulares plegables se adueñaron de las calles, pero esta vez con un mensaje implícito: la Generación Z quiere liberarse del filtro moral y visual que marcó a los millennials.

El fenómeno, conocido como “Y2K 2.0”, mezcla nostalgia y provocación. Marcas olvidadas como Juicy Couture, Baby Phat o Von Dutch reaparecen en pasarelas y tiendas vintage, mientras el brillo, las texturas y los colores saturados reemplazan el minimalismo beige que dominó la década pasada. La moda no busca sutileza, sino exceso y diversión.

Según una encuesta de GWI Zeitgeist, el 56% de la Generación Z siente nostalgia por los 2000, aunque la mayoría nunca vivió esa época. Lo que buscan no es imitar el pasado, sino escapar de la pulcritud “woke” que convirtió la autenticidad en estrategia de marketing.

“Nos aburrimos del moralismo y del feed perfecto”, repiten en TikTok los jóvenes que ahora lucen cámaras digitales, auriculares con cable y teléfonos con tapa. Es una paradoja: mientras la etiqueta #Y2K acumula millones de visualizaciones, el movimiento se define por un espíritu antidigital. La Generación Z quiere desconectarse del ciclo de validación constante de las redes sociales, aunque lo comunique... en redes.


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Este retorno a la cultura pop de los 2000 también expone el cansancio de una generación que creció entre pandemia, ansiedad climática y polarización política. El brillo artificial de esa década —ingenuo, comercial, optimista— funciona como refugio frente al cinismo y la sobreinformación del presente.

Pero el revival no está exento de contradicciones. El intento por “volver a lo real” también trae discursos y estéticas que rozan lo retrógrado. Algunos sectores del movimiento reivindican la ironía agresiva de internet y la comedia sin filtros de aquellos años, mientras otros advierten sobre el riesgo de romantizar una era menos consciente de los sesgos y la exclusión.

El mercado, por su parte, ya tomó nota. Marcas globales intentan adaptarse a esta nueva ola, a veces sin éxito. Campañas “anti-woke” o publicidades que apelan a la nostalgia generan polémica y ventas a la vez, reflejando el desconcierto de un capitalismo que busca agradar a una generación que desconfía del marketing.

“Ser del 2000 es una actitud”, dicen los creadores de contenido que impulsan esta tendencia, mientras lucen sombras escarchadas y posan con cámaras digitales. La consigna no es solo estética: es política, emocional y cultural.

En un mundo donde la autenticidad se mide en likes, la Generación Z parece elegir la contradicción como bandera. Volver al pasado no es mirar atrás, sino burlarse del presente.

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