
Un tiburón gatopardo recorrió 1700 kilómetros y reveló nuevos secretos del mar argentino
Actualidad09/11/2025
REDACCIÓN
El seguimiento de una hembra de tiburón gatopardo marcó un antes y un después en el estudio de los grandes depredadores marinos del Atlántico Sur. Investigadores del Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET) comprobaron que el ejemplar recorrió más de 1700 kilómetros entre Puerto Deseado y la costa uruguaya, confirmando por primera vez la teoría sobre los desplazamientos estacionales de esta especie.


Alejo Irigoyen, investigador del CONICET e integrante del equipo científico, relató que el hallazgo permitió completar una hipótesis que llevaba más de una década de trabajo. “Durante años intentamos entender si las zonas de Península Valdés, Buenos Aires y el sur de Santa Cruz estaban conectadas, y hoy sabemos que sí”, explicó durante una entrevista en el programa #Modo17 por #LA17.
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La investigación comenzó en 2011 y combinó estudios de comportamiento, marcación, observación satelital y monitoreo pesquero. Los científicos trabajaron junto a la ONG Por el Mar, que colocó transmisores satelitales en varias hembras adultas para seguir sus movimientos en tiempo real. Dos de esos dispositivos ya enviaron datos que confirman que los tiburones viajan hacia el norte durante el invierno y regresan al sur en los meses cálidos.
El seguimiento satelital mostró además que las tiburonas se acercan a la costa en primavera y verano para alimentarse y reproducirse. En esa época, las zonas de Península Valdés, Caleta Valdés y Puerto Deseado se convierten en puntos de agregación. Allí los ejemplares adultos cazan mamíferos marinos como lobos y elefantes, especies que forman parte de su dieta de alto valor energético.
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“Son depredadores tope del ecosistema, junto con las orcas, y cumplen un rol fundamental en el equilibrio del mar argentino”, señaló Irigoyen. En otoño e invierno, los ejemplares cambian su dieta y se alimentan de peces, merluzas y otras especies más pequeñas, lo que indica una adaptación dinámica a los recursos disponibles.
A pesar del tamaño y la fuerza del tiburón gatopardo, no representa una amenaza para el ser humano. “Son animales muy tranquilos. En más de veinte años de trabajo bajo el agua, nunca me crucé uno mientras buceaba”, contó el investigador. El estudio también permitió desmentir mitos sobre su peligrosidad, popularizados por el cine y la desinformación.
El proyecto sobre tiburones del Atlántico Sur lleva más de 13 años y cuenta con la participación de investigadores argentinos y extranjeros. Desde su inicio, logró reunir información inédita sobre los movimientos, la alimentación y el ciclo reproductivo de la especie, considerada vital para el equilibrio ecológico del ecosistema marino.
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Los próximos pasos del equipo apuntan a seguir los movimientos de las hembras preñadas y detectar las zonas de nacimiento. Los científicos sospechan que las crías aparecen entre las costas de Necochea y Pehuen Co, en coincidencia con las rutas que el grupo ya había proyectado teóricamente. “Tenemos una base sólida de información y mucho por seguir descubriendo”, expresó Irigoyen.
El hallazgo refuerza la importancia de la investigación científica y la conservación marina en el país, en un contexto donde el financiamiento a la ciencia enfrenta dificultades. “A pesar de los tiempos duros, seguimos mostrando lo que hacemos y compartiendo lo que descubrimos”, valoró el investigador patagónico.




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