Se derrumban empresas lácteas como Verónica, SanCor y La Suipachense

Actualidad11/11/2025Sergio BustosSergio Bustos
crisis lactea
Crísisen el sector lácteo.

En el país que se enorgullece de ser el granero del mundo, las vacas ya no alcanzan para salvar a la industria láctea. Con un consumo interno en su punto más bajo de la última década, precios en retroceso y un nivel de endeudamiento asfixiante, las empresas lácteas atraviesan una crisis que amenaza con llevarse por delante a nombres históricos del rubro.

Desde SanCor hasta Lácteos Verónica y La Suipachense, pasando por la quebrada Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), el panorama se repite: fábricas paralizadas, sueldos atrasados, cheques rechazados y juicios de quiebra que se multiplican.

En el caso de Lácteos Verónica, la situación es crítica. La firma santafesina, que emplea a casi 700 operarios, retomó la producción a fines de septiembre tras cuatro meses de parate, luego de un acuerdo con el gremio ATILRA. Pero sus problemas financieros son tan graves que acumula casi 3.500 cheques sin fondo, según datos del Banco Central, por un total de 12.698 millones de pesos.

El endeudamiento con proveedores le impide comprar insumos y la producción se limita a trabajos a fasón para terceros en dos de sus plantas. En su histórico complejo de Clason, apenas logra procesar 20.000 litros de leche cada dos días, lo que se traduce en una hora de envasado. Las líneas de quesos, dulces y manteca siguen detenidas. Su marca prácticamente desapareció de las góndolas.


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SanCor, símbolo de la lechería argentina, vive una agonía prolongada. En concurso de acreedores, debe más de $20.000 millones en sueldos y aportes sociales y enfrenta más de 300 pedidos de quiebra. La Justicia santafesina, en una medida inédita, convocó a los acreedores a presentar planes de reactivación, mientras la empresa propone un recorte de 304 puestos de trabajo como parte de un “plan de crisis”.

A pesar de haber despedido a más de 370 empleados en los últimos dos años, SanCor no logra reducir su déficit operativo. Hoy apenas se mantiene con contratos de producción tercerizada para firmas como Elcor, Punta del Agua y La Tarantela. “Hay más de 300 pedidos de quiebra y la empresa debe defenderse uno por uno”, explicó el abogado Aldo Regali, representante de un grupo de trabajadores.

La Suipachense, otro emblema de la industria, se encuentra al borde del colapso. Sus empleados cumplen más de 60 días de acampe en la planta bonaerense, donde la producción está paralizada y las deudas con proveedores y salarios impagos se acumulan desde julio. Controlada por el grupo venezolano Maralac, la compañía busca desprenderse de la planta y ya circula el nombre de Lácteos Conosur (Chile) como posible comprador.


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El conflicto derivó en movilizaciones ante la Justicia de Mercedes, mientras la comunidad de Suipacha organiza colectas solidarias para ayudar a los trabajadores, que llevan meses sin ingresos. En su época de esplendor, la empresa procesaba 250.000 litros de leche diarios; hoy su producción es nula. “Apenas recaudó $500 millones en los últimos dos meses, cuando necesita $3.000 millones por mes para operar”, indicaron fuentes del sector.

La crisis no se detiene ahí. ARSA, que desde 2019 fabricaba yogures y postres SanCor, fue declarada en quiebra la semana pasada. El cierre formal de la planta de Sunchales deja a más de 400 trabajadores en la incertidumbre. El sindicato ATILRA denunció la falta de pagos y reclamó sin éxito la intervención del Estado para evitar el colapso del empleo en la zona.

El derrumbe de estas empresas expone una realidad más profunda. El consumo interno de lácteos cayó entre un 5 y un 10%, arrastrado por la pérdida del poder adquisitivo y los aumentos en tarifas y alimentos. Al mismo tiempo, el exceso de leche cruda presiona los precios a la baja, mientras las exportaciones pierden competitividad por el tipo de cambio y las retenciones.

El resultado es un círculo vicioso de sobreoferta, precios deprimidos y endeudamiento, que deja a las cooperativas y pymes sin margen de maniobra. Sin acceso a créditos ni incentivos, el negocio lechero argentino se hunde en su propio exceso de producción.

“La crisis del sector lácteo no es solo financiera: es estructural”, advirtieron especialistas del INTA. Con un mercado interno saturado, costos dolarizados y escasa capacidad de exportación, las empresas emblemáticas del país corren el riesgo de desaparecer, dejando tras de sí una lección amarga: ni siquiera el granero del mundo está a salvo cuando el consumo se desploma y el crédito se agota.

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