

La coach Marcela Vallejos visitó los estudios de #LA17 para reflexionar sobre una emoción que atraviesa a muchas personas: la frustración. En su participación en el programa #MODO17, la especialista la definió como una “red flag” emocional que no debe ignorarse, sino entenderse como un aviso de que algo necesita orden interno.


“La frustración no significa falta de herramientas, sino falta de orden”, explicó Vallejos, quien resaltó que muchas veces las personas poseen los recursos necesarios, pero no logran organizarlos de manera efectiva. Según señaló, “tenemos que aprender a gestionar lo que ya tenemos y dejar de pensar que todo lo que nos falta está afuera”, un ejercicio que requiere introspección y coherencia con los valores personales.
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Durante la entrevista, la coach sostuvo que los valores personales funcionan como una brújula emocional y que en muchos casos se vuelven difusos por falta de reflexión o de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. “Hay cambios generacionales y culturales que modificaron la forma en que se transmiten los valores, pero siguen siendo la base sobre la que se construyen nuestras decisiones”, apuntó.
Vallejos describió la frustración como una alarma que invita a detenerse y observar qué parte del plan personal o profesional perdió rumbo. “No es un síntoma de debilidad, es una señal que nos dice ‘mirá esto, hay algo que no está funcionando’. Si la evitamos, crece; si la escuchamos, nos permite ajustar el rumbo”, expresó.
Para acompañar ese proceso, propuso aplicar el método SMART, una guía práctica para transformar la confusión en objetivos concretos. “El método nos enseña a formular metas específicas, medibles, alcanzables, realistas y con un tiempo definido. Cuando un objetivo está bien planteado, la frustración pierde fuerza y aparece el compromiso”, explicó la especialista.
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La coach también señaló que la frustración suele aparecer al cierre del año, cuando las personas repasan lo que proyectaron y sienten que no cumplieron sus expectativas. “Ponemos metas demasiado altas, sin analizar si son posibles en este momento de nuestras vidas. Después llega noviembre, miramos atrás y nos decimos ‘otra vez no pude’. Esa autocrítica desmedida solo alimenta el malestar”, afirmó.
En lugar de ver ese sentimiento como un fracaso, Vallejos propuso redefinir la frustración como un llamado a ajustar el método y no la meta. “Hay que cambiar la mirada: no se trata de buscar culpables ni de caer en el rol de víctima. Si aparece la frustración, es momento de revisar cómo estoy planificando y qué puedo hacer distinto”, recomendó.
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Para la especialista, el equilibrio emocional se construye con autoconocimiento, realismo y constancia. “La frustración no es el fin, es el comienzo de un nuevo enfoque. Si la escuchamos con atención, puede convertirse en impulso”, concluyó Vallejos, invitando a repensar la manera en que nos vinculamos con nuestras propias expectativas.


















