
Blue Sky acelera el proyecto uranífero Ivana en Río Negro y suma un aliado con más de u$s190 millones
Actualidad20/11/2025
Sergio Bustos
El sector nuclear argentino podría sumar un cambio estructural después de más de tres décadas sin minería de uranio. Blue Sky profundiza los trabajos en el Proyecto Ivana, ubicado en Río Negro, y avanza hacia la factibilidad con el respaldo financiero de Corporación América. La inversión total prevista supera los u$s190 millones, un impulso clave para un recurso estratégico que el país dejó de explotar en 1997.


Argentina, una de las pocas naciones con capacidad para completar la cadena nuclear, importa el mineral en su estado primario, conocido como yellow cake. Solo en agosto de este año destinó u$s23,8 millones a esa compra, el mayor gasto dentro de su balanza comercial minera. Con Ivana en producción, ese costo mensual podría reducirse drásticamente.
Ariel Testi, gerente de exploración de Blue Sky, confirmó a iProfesional que la empresa alcanzó el Estudio Económico Preliminar y ahora trabaja en la etapa de prefactibilidad. “Formamos Ivana Minerales para avanzar con los expedientes”, detalló el geólogo, quien subrayó que el joint venture firmado en febrero de 2025 con Corporación América garantiza el fondeo para acelerar el proceso. Ese acuerdo asegura u$s35 millones para la etapa técnica y un compromiso de u$s160 millones adicionales para la construcción de la planta.
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La empresa planea ampliar el recurso comprobado en zonas cercanas al yacimiento. El área principal ya registra 19,7 millones de toneladas de material con buena ley de uranio, el 80% de ellas con recursos indicados, lo que eleva el nivel de certeza geológica. Blue Sky trabaja en la zona desde 2011, aunque la exploración se intensificó desde 2018.
El acuerdo también otorga a Corporación América el 49% del proyecto, asegurando participación futura en la producción. Según la legislación argentina, cualquier mina que entre en operación deberá abastecer primero al mercado interno, donde las centrales Atucha I, Atucha II y Embalse son hoy grandes compradoras de insumos a precios internacionales.
El potencial excede la frontera nacional. El mercado global muestra una demanda creciente por energía con baja huella de carbono, y las centrales nucleares ganan terreno frente a fuentes variables como la eólica o la solar. “Los costos están alineados y el precio se mantiene sólido; la tendencia sigue en alza”, evaluó Testi, quien recordó que varias mineras con nuevos descubrimientos lograron subas bursátiles recientes de hasta 20%.
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Pero la foto no es homogénea. Mientras la inversión privada avanza, la Comisión Nacional de Energía Atómica atraviesa un escenario crítico. Geólogos del organismo denunciaron un desfinanciamiento severo: no cuentan con presupuesto para campañas desde 2024, con maquinaria parada, sueldos congelados y pérdida de profesionales hacia el sector privado. La CNEA, históricamente clave en la identificación de yacimientos que luego toman las empresas exploradoras, hoy opera con capacidad limitada pese a su alto nivel técnico.
Con 33.780 toneladas de uranio identificado y un mercado global en expansión, la reactivación de la minería uranífera aparece como una oportunidad estratégica para Argentina. Ivana es, por ahora, el proyecto más cercano a convertirse en realidad, con un impacto económico directo: ahorro de divisas, fortalecimiento del ciclo nuclear y generación de exportaciones futuras.
















