La historia de Ramón Urquiza, un veterano que revive su historia en Malvinas

La memoria de Ramón Urquiza vuelve a latir con fuerza.  En un tono sereno, recuerda cómo a sus 18 años fue enviado a las Islas sin saber qué le esperaba ni comprender del todo el significado de ese destino inesperado. El veterano explica que partió desde Sarmiento sin información clara y que recién en Comodoro Rivadavia les dijeron “vamos a a tomar Malvinas, a izar la bandera Argentina”, una frase que lo dejó perplejo. Mientras cargaban municiones en silencio, asegura que empezaba a asimilar que se dirigían a un conflicto real, aunque todavía no lograba dimensionarlo.

Cuando el Hércules aterrizó en Puerto Argentino, la imagen de la bandera argentina izándose quedó grabada en su memoria, y al mismo tiempo comenzó a sentir el temor que marcaría los meses siguientes. Casi sin entrenamiento y con solo dos meses de instrucción, el joven soldado enfrentó un escenario para el cual nadie lo había preparado.

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Ramón cuenta que ayudó a compañeros a cargar armamento pesado, como las cajas de la 12,7 de balas, en medio de marchas duras y bajo un clima hostil que los golpeaba sin tregua. Entre recuerdos fragmentados, menciona rostros que nunca olvidó y situaciones que todavía lo conmueven al recordarlas. "Éramos todos chicos vestidos de verde."

El veterano revive uno de los días más duros, cuando una bomba cayó sobre un galpón repleto de provisiones que ellos nunca habían recibido, un momento que lo dejó en shock por el hambre y el agotamiento acumulado, pasamos mucha hambre, no me saqué la ropa en todo el tiempo que estuve en las Islas, no me podía limpiar el cuerpo". Relata cómo buscaba comida entre los escombros mientras los ingleses continuaban el ataque en plena rendición. "El hambre junto al cansancio fueron tremendos. No sé como sobreviví". 

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Con dolor, Ramón afirma que las peores agresiones no vinieron del enemigo, sino de mandos argentinos que ejercieron violencia y humillaciones sobre los soldados. Relata golpes, castigos y destratos que lo dejaron herido, desnutrido y con principio de congelamiento, "uno de los oficiales se cansó de golpearme y humillarme durante todo el conflicto y en un momento, me cansé y le di un golpe y me escapé corriendo hasta que logré llegar al hospital en Puerto Argentino".

El regreso fue tan precario como la estadía en las islas, ya que volvió a dedo, sin documentos ni asistencia, y reencontró a su madre sin que ella supiera que había estado en combate. Cuenta que tardó años en recuperarse físicamente y que las marcas emocionales lo acompañan durante su vida adulta.

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A pesar del sufrimiento, Ramón destaca que en Malvinas entendió el valor de la vida y el peso de proteger la patria, una enseñanza que lleva como un símbolo de identidad profunda. Habla con orgullo de los soldados que resistieron como pudieron y con tristeza por quienes no volvieron.

Para él, la Soberanía es un tema que se vive todos los días y no solo en fechas oficiales, "a veces siento que nos recuerdan en fechas especiales solamente, Veteranos somos todo el año y sostiene con orgullo que “las Malvinas fueron, son y serán siempre Argentinas”, una frase que repite con convicción. Agradece el cariño del pueblo de Puerto Madryn, al que considera madre y padre de los veteranos, y afirma sentirse orgulloso de haber defendido la bandera, "lo volvería a hacer sin dudas".