Un día como hoy, la historia de Freddie Mercury volvió a estremecer al mundo.

Otros Temas24/11/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Freddy Mercury
Freddy Mercury

El 24 de noviembre dejó una marca profunda en la música mundial con la muerte de Freddie Mercury, figura que transformó la escena rock y enamoró a generaciones. Treinta y cuatro años después, su presencia sigue encendida en la cultura global, en los tributos y en cada reproducción de sus canciones más emblemáticas. La fecha vuelve cada año con el mismo peso emocional.

La enfermedad del vocalista de Queen avanzó en silencio desde 1987, cuando recibió el diagnóstico de VIH tras una biopsia por una lesión en la mano. Peter Freestone, asistente y amigo cercano, confirmó más tarde aquel hallazgo que Mercury eligió reservar para su círculo íntimo. Calló por cansancio, por resguardo y por una presión mediática que ya lo agobiaba.

Esa decisión marcó el tono de sus últimos años, enfocados en la creación y en una entrega artística que lo sostuvo hasta sus últimos días en el estudio de Montreux. Allí buscó normalidad. Brian May recordó en una entrevista: “Para él, el estudio era un oasis. Le encantaba hacer música, vivía para ella. Solo decía: ‘Escríbeme más, quiero cantar esto’”. La frase revela su deseo de avanzar incluso mientras el dolor lo desgastaba.


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El impulso creativo lo acompañó hasta mayo de 1991, cuando grabó “Mother Love”, su última canción. No alcanzó a completar la estrofa final. May contó que Mercury pidió dejarla para la próxima sesión. “No me siento bien, lo terminaré la próxima vez”, dijo. Nunca pudo regresar al estudio.

Las semanas siguientes mostraron un deterioro veloz. Mercury decidió dejar la medicación y buscó calma dentro de Garden Lodge, su casa en Kensington. La presencia constante de periodistas frente a la puerta aumentó su encierro. Freestone relató que esa presión lo obligó a recluirse y evitar salidas que antes disfrutaba.

En sus últimos días, Freddie encontró compañía en su pareja, Jim Hutton, y en un pequeño grupo de amigos que visitaba la casa con discreción. También estaban sus gatos, parte central de su mundo cotidiano. El 23 de noviembre difundió un comunicado confirmando su diagnóstico. Horas después ya estaba en cama y su salud se apagaba con rapidez.


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La noche final quedó grabada en el relato de Hutton. “Un minuto tenía una expresión triste y al siguiente era pura felicidad. Recuperó su rostro de siempre y parecía en paz total”, recordó. Esa imagen se volvió parte del mito y de la idea de un artista que sostuvo su sensibilidad incluso en su despedida.

El impacto global fue inmediato. Multitudes se acercaron a Garden Lodge, colmaron el frente con flores y mensajes y acompañaron el dolor de un anuncio que apenas llevaba un día circulando. Los músicos más cercanos vivieron ese momento con una mezcla de shock y desolación. Brian May confesó: “Aunque nos habíamos preparado durante tanto tiempo, no parecía posible”.

Un día como hoy recuerda no solo su muerte, sino el origen de un legado que recorrió el mundo. El concierto homenaje de 1992, que reunió a más de 72.000 personas, permitió crear el Mercury Phoenix Trust, entidad que impulsó campañas y recauda fondos para la lucha contra el VIH. Su música, sus gestos y su historia sostienen un símbolo de resistencia que sigue vigente.

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