La CGT proyecta un diciembre conflictivo por la reforma laboral y el cierre de empresas

La conducción de la CGT encendió todas las alarmas ante un escenario político y económico que se complejiza a pocos días del inicio de diciembre. La central obrera recibió señales informales de que el Gobierno está dispuesto a negociar la reforma laboral, aunque el esperado llamado oficial se sigue dilatando, lo que fortalece el malestar interno y acelera las discusiones sobre posibles medidas de fuerza.

Las conversaciones más relevantes de los últimos días se dieron lejos de los micrófonos. Dos referentes cegetistas mantuvieron un encuentro reservado con el ministro del Interior, Diego Santilli, quien insistió en que existe voluntad de diálogo. En paralelo, Santiago Caputo transmitió un mensaje similar a Gerardo Martínez durante la reunión del Consejo de Mayo, donde el dirigente de la UOCRA endureció su posición con reclamos sobre la reforma “inconsulta” y la necesidad de debatir un modelo económico que “apunte al crecimiento y la producción”.

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La CGT observa con inquietud que no hay demasiado margen para alcanzar un entendimiento. Sus máximos dirigentes prevén un diciembre tenso, no solo por la eventual aprobación de la reforma laboral impulsada por Federico Sturzenegger —la más resistida por los gremios—, sino también por el deterioro acelerado del empleo, el cierre de empresas y la caída del consumo.

El cotitular de la central obrera, Cristian Jerónimo, aportó un diagnóstico alarmante: “Se perdieron 276.000 puestos de trabajo y cerraron 20.000 pymes en lo que va del año”. La situación se agravó en las últimas semanas, cuando la CGT recibió a las cámaras que agrupan a pymes —CGERA y CAME—, cuyos representantes anticiparon que muchos empresarios no podrán afrontar sueldos ni aguinaldos dentro de quince días debido a la recesión, los impuestos y la presión de las importaciones.

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La dirigencia sindical decidió intervenir directamente en los conflictos emergentes. Jerónimo visitó la planta de cerámicas ILVA, en Pilar, donde más de 300 trabajadores sostienen un acampe por despidos masivos desde hace 80 días. Según la CGT, ese movimiento forzó a la empresa a retomar el diálogo. La preocupación crece por hechos recientes como el cierre de Essen, con más de 30 desvinculaciones, y el cierre sorpresivo de Whirlpool, que dejó sin empleo a 220 operarios en Pilar.

En este contexto, la central obrera prepara una contrapropuesta de reforma laboral, elaborada por abogados laborales y diputados de extracción sindical, con modificaciones al borrador oficial y planteos propios. Sin embargo, saben que la definición final dependerá del círculo más cercano al presidente: Javier Milei y su hermana Karina. Un sector del Gobierno —representado por Santilli, Caputo, Cordero y los Menem— promueve una versión moderada del proyecto. Sturzenegger y el Ministerio de Economía, en cambio, presionan para sostener el contenido más duro del último texto.

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El Gobierno sumó tensión al adelantar que presentará su proyecto de reforma laboral el 9 de diciembre, y no el 15 como estaba previsto, lo que recorta los plazos de negociación. La CGT ya anticipa que convocará a su Consejo Directivo dentro de dos semanas: si para entonces no hay avances y se multiplican los conflictos, podría definirse la fecha de una medida de fuerza nacional.

Mientras tanto, la central obrera intenta mantener una última cuota de expectativa: que el Gobierno formalice la convocatoria, se abra una negociación real y se evite un diciembre atravesado por la conflictividad social y laboral. En caso contrario, admiten puertas adentro, la ruptura será inevitable.

Fuente: Infobae