
Argentina acelera su giro nuclear y apunta a un rol central en la energía del futuro
Actualidad04/12/2025
REDACCIÓN
Argentina atraviesa un momento decisivo en su política energética. El Gobierno impulsa una renovación profunda del programa nuclear, un sistema que nació en los años cincuenta y que posicionó al país como pionero regional con el primer reactor latinoamericano construido íntegramente con tecnología local.


Ese impulso inicial dio lugar a hitos como Atucha I y Embalse. El cierre de la última mina de uranio en 1995 marcó un retroceso, pero el entramado industrial que sostiene al sector —INVAP, CONUAR, DIOXITEK y ENSI— mantuvo viva la capacidad tecnológica que hoy vuelve a ponerse en juego.
La paradoja del uranio es uno de los temas centrales. Argentina importa el 100% del mineral que necesita, aun cuando sus yacimientos, como Sierra Pintada, guardan reservas de peso.
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La reactivación de la búsqueda de uranio cambió el escenario: el proyecto Ivana en Río Negro promete triplicar la demanda local, y atrae inversiones que podrían convertir al país en exportador. A esto se suman avances en Santa Cruz y el renovado interés por Cerro Solo en Chubut, donde la técnica ISR gana terreno por su bajo impacto.
El nuevo rumbo se apoya también en un cambio de visión. El plan nuclear impulsado por Damián Reidel propone tres pilares: nuevos reactores, minería y un polo tecnológico energético. El primer paso será construir cuatro unidades del reactor modular ACR300, con financiamiento privado de Estados Unidos y fabricación local. El objetivo es claro: consolidar producción nacional y exportar tecnología.
La estrategia se complementa con el relanzamiento de la minería. YPF creó YPF Nuclear para vincular la explotación de uranio con la venta de reactores, en un esquema que busca asegurar combustible y generar divisas.
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El tercer componente apunta más lejos. El Gobierno planea instalar una “ciudad nuclear” en la Patagonia, un entorno diseñado para atraer centros de datos de empresas globales. La energía estable y de bajo costo proyectada para esa región ya motivó cartas de intención de OpenAI y Oracle, con montos estimados entre 20.000 y 25.000 millones de dólares.
Con estos movimientos, Argentina intenta recuperar un lugar que alguna vez ocupó: ser un actor relevante en la energía nuclear, no solo como usuario sino como productor y exportador. La apuesta combina tradición tecnológica, recursos naturales y un horizonte global cada vez más orientado a fuentes libres de carbono.















