España se fue de Eurovisión.
Israel seguirá en Eurovisión y la decisión partió aguas dentro de la Unión Europea de Radiodifusión (UER). En la asamblea general de la organización, la mayoría respaldó el nuevo reglamento impulsado por la conducción y, con ese aval, quedó firme la permanencia de la televisión israelí KAN en el certamen.
La votación fue secreta y se activó por pedido de un grupo de cadenas públicas críticas. En la cobertura que circula en España, el paquete normativo se aprobó con 738 votos a favor, 264 en contra y 120 abstenciones. En ese marco, no prosperó la propuesta española de suspender la participación de KAN por un período mínimo de un año.
La respuesta de España llegó rápido y con impacto. RTVE confirmó de manera oficial la retirada del Festival de Eurovisión y ratificó que no participará en la edición 2026. La salida incluye una decisión de peso para la audiencia: la corporación pública tampoco emitirá las tres galas del concurso.
El retiro español abrió una puerta que otros países ya cruzaron. Países Bajos, Irlanda y Eslovenia también confirmaron su salida del certamen, lo que agranda el cisma y deja a Eurovisión 2026 con un escenario inédito desde lo institucional.
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En el trasfondo aparece un debate que hace meses sube de volumen: la neutralidad del festival. Las delegaciones críticas plantean que el contexto geopolítico y el modo en que se usa el certamen en la discusión pública ya contaminan el evento y condicionan la lectura del voto.
Durante la asamblea, representantes de RTVE remarcaron que las medidas de la UER no alcanzan. En su exposición, el secretario general Alfonso Morales sostuvo que las acciones adoptadas resultan insuficientes y expresó dudas sobre la presencia de KAN en el concurso, al mencionar la situación en Gaza y el riesgo de que Eurovisión quede asociado a objetivos políticos.
Otra línea de cuestionamiento apuntó al sistema de votación y a la falta de sanciones ante posibles maniobras o campañas de influencia en ediciones anteriores. Desde la postura española insistieron en que el festival no puede sostener “dobles criterios” si busca un resultado transparente y creíble para la audiencia.
La conducción de la UER defendió el giro normativo votado en Ginebra y lo presentó como un blindaje para la transparencia y la confianza. La presidenta Delphine Ernotte Cunci interpretó el respaldo como una señal de unidad interna y sostuvo que los cambios buscan preservar el carácter cultural del evento, con reglas que desalienten usos políticos.
Con cuatro salidas confirmadas, Eurovisión 2026 queda atravesado por una discusión que ya excede lo artístico. La UER intenta cerrar filas con un reglamento nuevo, pero la fractura entre miembros se profundiza y el certamen entra en una etapa de presión pública permanente.
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