
El “cuadrante” que explica a Milei: jóvenes varones y voto en modo burbuja
Política09/12/2025
Sergio Bustos
“Está pasando en todo el mundo”, insiste Andrés Malamud cuando describe un grupo que se despega del resto: jóvenes varones que piensan, votan y sienten distinto. Para el politólogo, esa diferencia ya ordena resultados electorales y ayuda a entender cómo Javier Milei llega a la Presidencia.


Malamud arranca con tres cifras para ubicar el escenario. África tiene 19 años de edad mediana, Europa 44, y Argentina y América Latina rondan los 32. No es un dato de color: marca ritmos sociales, expectativas y climas políticos muy diferentes.
Con 44 de mediana, Europa envejece y se achica. En el planteo de Malamud, “no producen europeos” y por eso necesitan importar población. Ahí aparece el choque: cuando entran migrantes para sostener trabajo y sistema social, crece la resistencia cultural y se rompe el tablero partidario.
En el caso argentino, Malamud ubica al país en el medio de esas dos puntas: ni tan joven como África ni tan viejo como Europa. Y suma una idea central: la edad cambia el cableado, porque el cerebro se forma con los estímulos que recibe. En otras palabras, los “chicos grandes” no entienden del todo el mundo de los “chicos chicos”.
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Desde ahí, el politólogo plantea su esquema de cuatro cuadrantes: mayores varones, mayores mujeres, jóvenes mujeres y jóvenes varones. Según su lectura, tres cuadrantes votan de manera más tradicional, pero uno se sale del molde. “Si vos sacás el cuadrante masculino joven, solo el cuadrante masculino joven, Milei gana en primera vuelta”, afirma, y lo pone en el centro de la explicación electoral.
¿Por qué ese grupo se despega? Malamud enumera dos motores. El primero es una reacción cultural. “Cultura de la cancelación”, “pensamiento políticamente correcto”, “feminismo exacerbado”: así nombra lo que muchos pibes sienten como un clima hostil. En su relato, pasan “de la seguridad a la inseguridad” y rechazan la idea de quedar fuera de lugar si no hablan o actúan con ciertos códigos.
El segundo motor son las burbujas digitales. “Esto está recontra medido”, señala Malamud, para marcar que no se trata de intuiciones sueltas. Las redes arman mundos paralelos y refuerzan identidades. Él lo grafica con una caricatura a propósito: influencers masculinos con tonos agresivos y misóginos, frente a referentes femeninas más asociadas a vínculos, amor y amistad. Exagera, aclara, pero apunta a una tendencia: los estímulos que reciben unos y otras empujan caminos distintos.
El resultado, en su lectura, es político y generacional. Ese segmento joven varón ya no vota igual que el resto, y además discute en otra cancha: la del feed, la pertenencia y la reacción. Para Malamud, Milei no nace en el vacío: sale de ese clima, y por eso su fenómeno se entiende mejor si se mira quiénes empujan, desde abajo, el mundo que ya llegó.















