

El humor social mostró un giro positivo hacia el cierre de 2025, con mejores expectativas para los próximos doce meses, aunque el consumo cotidiano mantuvo un freno marcado. El informe Social Mood, de la consultora Moiguer, registró un salto en el optimismo tras las elecciones de octubre, pero describió una brecha persistente entre lo que se espera y lo que se compra. La calma relativa en los mercados no alcanzó para modificar hábitos en la vida diaria.


Los indicadores de expectativa acompañaron ese cambio de ánimo. El 52% manifestó perspectivas positivas para el año siguiente, nueve puntos más que en octubre, mientras la probabilidad percibida de crisis bajó al 36%. En paralelo, el análisis de la conversación social mostró más menciones positivas (42%) y menos negativas (26%) sobre la situación del país. Aun así, el documento advirtió que ese optimismo luce frágil y sostenido por factores coyunturales, sin mejoras palpables en el bolsillo.
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En el plano personal, la esperanza también creció, pero no se tradujo en mayor consumo. La demanda continuó en niveles restrictivos, con registros similares al trimestre previo, y la percepción de vulnerabilidad económica siguió presente en la mayoría de los hogares. Tras un 2024 de cambios macro y un 2025 con estabilización inicial, los meses posteriores devolvieron tensiones, ruido político y cautela en las decisiones de compra.
El informe sintetizó ese contraste con una definición clara: “el optimismo tomó impulso aun cuando la realidad económica no avanzó al mismo ritmo”. Esa distancia se reflejó en estrategias domésticas para sostener el presente. Moiguer identificó esfuerzos estratégicos en sectores con mayor respaldo, defensivos en hogares que ampliaron horas de trabajo y redes familiares, y desgastantes en quienes quedaron desacoplados, con la restricción como regla permanente.
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El frente laboral profundizó esa presión. Cayó el empleo formal, creció el cuentapropismo informal y el pluriempleo se expandió como recurso extendido. Estos procesos erosionaron la capacidad de compra y condicionaron el clima social, ampliando la distancia entre expectativas y realidad.
Los datos de gastos describieron un ajuste generalizado. El 62% redujo consumos en el último mes, el 50% se quedó sin dinero antes de fin de mes y el 57% declaró estar endeudado, siete puntos más que a comienzos de 2025. La restricción ordenó la vida doméstica y redefinió prioridades.
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El recorte se concentró en rubros cotidianos. El uso de taxis y aplicaciones cayó 70%, al igual que las salidas; bebidas alcohólicas y golosinas bajaron 69%; asados con amigos o familia retrocedieron 67%. También se ajustaron transporte público (67%), uso de auto o moto (51%), actividades deportivas (46%) y servicios de streaming (46%), mientras las primeras marcas de alimentos disminuyeron 36%. El patrón mostró una defensa de los gastos básicos y un corrimiento del ocio y la movilidad.
Al comparar con el año previo, el 29% sostuvo su consumo, el 23% lo ajustó en los últimos meses, el 22% mantuvo niveles bajos heredados y el 18% profundizó recortes; solo el 7% indicó expansión. Hacia 2026, el 53% espera mejorar su capacidad de compra, aunque convive con un mercado laboral frágil, informalidad del 37% y más horas de trabajo en el 51% de los casos. La esperanza mira al futuro; el presente sigue ordenado por la restricción, concluyó Moiguer.
Fuente: Infobae.




















