Diciembre y la salud emocional: cómo transitar el cierre del año sin exigencias externas

El cierre del año suele asociarse a celebraciones, balances y reuniones familiares, pero para muchas personas diciembre concentra una carga emocional intensa. A las expectativas de disfrute se suman presiones sociales, tensiones en los vínculos y una idea extendida de que hay que mostrarse bien, aun cuando lo que se siente va en otra dirección. En ese contexto, profesionales de la salud mental observan un aumento de consultas y llaman a habilitar miradas más realistas y cuidadosas.

Los registros históricos del Servicio de Psiquiatría del Hospital Italiano muestran que durante diciembre las consultas crecen cerca de un 20% respecto del promedio anual. El dato refleja que el período no impacta de la misma manera en todas las personas y que, para una parte de la población, el fin de año activa malestar, ansiedad o tristeza.

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La directora de la Maestría en Vínculos y Familias de la Universidad del Hospital Italiano, Soledad Dawson, explica que las fiestas suelen instalar modelos rígidos sobre cómo deberían ser los encuentros y los sentimientos. “Se instala la idea del deber ser: cómo comportarse, cómo reunirse, qué sentimientos tener. Cuando eso no coincide con lo que realmente sentimos, aparece una brecha entre expectativa y realidad que genera ansiedad, malestar y culpa”, sostuvo.

Dawson también advirtió que las transformaciones en las dinámicas familiares —ausencias, conflictos, distancias o cambios en los roles— se vuelven más visibles en estas fechas. A eso se agregan presiones económicas y la influencia de representaciones culturales que muchas veces no se ajustan a la vida cotidiana. “Intentamos replicar escenas propias de otras tradiciones, como si la vida debiera parecerse a una película, y eso solo agrega más exigencia”, señaló.

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Desde el mismo servicio, la licenciada Cintia Pereira, coordinadora de la Residencia de Psicología y psicóloga de planta, remarcó que diciembre suele venir acompañado de una demanda constante de disponibilidad emocional. “Se espera que participemos de todas las reuniones, que estemos disponibles, que respondamos con entusiasmo. Pero no siempre las personas pueden o quieren. Cuando el entorno no escucha o no comprende lo que uno está atravesando, el malestar aumenta”, explicó.

La licenciada Ana Hulka, coordinadora del equipo de Grupos, Familia y Pareja del Servicio de Psiquiatría, sumó otra dimensión al análisis al señalar que el fin de año reactiva distintos duelos, más allá de la pérdida de un ser querido. “No se trata únicamente de la pérdida de un ser querido. También aparece nostalgia por tradiciones que ya no existen, hijos o familiares que viven lejos, cambios familiares que modifican los rituales o ausencias que se sienten más en estas fechas”, describió.

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Desde la mirada clínica, los equipos del Hospital Italiano y su Universidad proponen correrse de la exigencia emocional y validar lo que cada persona siente. Reconocer emociones propias y ajenas, permitir la nostalgia sin culpa, expresar límites, detectar cuándo el estrés supera lo tolerable y adaptar las celebraciones a las posibilidades reales aparecen como actitudes que pueden aliviar la carga del cierre del año. En la misma línea, destacan la importancia de flexibilizar rituales, aceptar que los vínculos cambian con el tiempo y ofrecer acompañamiento a quienes transitan diciembre desde la vulnerabilidad.

Fuente: NA.