
El calor extremo vuelve silenciosa la deshidratación en adultos mayores durante el verano
Actualidad30/12/2025
REDACCIÓN
El verano instala jornadas de calor intenso que impactan con fuerza en la salud de los adultos mayores, un grupo donde la deshidratación suele aparecer sin señales claras. En muchos casos, el cuadro se manifiesta de manera gradual y se confunde con cansancio, presión baja o malestar general, lo que retrasa la consulta médica y agrava el escenario.


La falta de agua en el organismo altera funciones básicas como la regulación de la temperatura corporal, la circulación sanguínea y el funcionamiento de los riñones. En personas mayores, incluso una disminución leve de líquidos puede generar efectos rápidos y profundos, debido a cambios fisiológicos propios de la edad y a una menor percepción de la sed.
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Las temperaturas elevadas no actúan solas. Problemas de movilidad, dificultades para acceder a bebidas, trastornos digestivos y la toma de ciertos medicamentos aumentan la pérdida de líquidos o reducen la ingesta diaria. Este conjunto de factores vuelve indispensable una observación constante, especialmente durante los días de calor sostenido.
Algunas señales físicas permiten advertir el problema antes de que se vuelva grave. Sequedad en la boca, labios agrietados, menor elasticidad de la piel y orina oscura o escasa suelen aparecer cuando el cuerpo ya empieza a resentirse por la falta de agua. Estos indicios requieren atención inmediata, incluso si la persona no expresa sed.
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Los cambios en el comportamiento también funcionan como alertas tempranas. Somnolencia inusual, mareos, confusión o irritabilidad pueden estar vinculados a un estado de deshidratación y no deben atribuirse automáticamente al cansancio o al calor ambiental sin evaluación previa.
La prevención se sostiene en hábitos simples pero constantes. Ofrecer líquidos de manera regular, sin esperar a que aparezca la sensación de sed, resulta fundamental. Además, incorporar caldos, frutas, verduras y gelatinas en las comidas contribuye a mantener un aporte adecuado de agua de forma segura.
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El entorno también influye. Ambientes frescos, ropa liviana y evitar la exposición solar en las horas de mayor temperatura ayudan a reducir la pérdida de líquidos y a sostener el bienestar general durante el verano.
Familiares y cuidadores cumplen un rol central, ya que muchas personas mayores no perciben la sed o no la comunican con claridad. Ante síntomas persistentes o dudas sobre el estado general, la consulta médica temprana permite evaluar la situación y evitar internaciones por complicaciones prevenibles.
Fuente: NA.








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