

El horno y las hornallas suelen quedar relegados hasta que la grasa se nota en la puerta, en las paredes internas o en las bandejas, y ahí la cocina se vuelve más difícil de usar. La buena noticia es que no hace falta recurrir a fórmulas industriales ni a compras caras para recuperar higiene y brillo. Hay métodos caseros que se apoyan en ingredientes comunes como sal, limón, vinagre y bicarbonato, con pasos concretos y resultados visibles.


La diferencia, en muchos casos, no está en el “truco” sino en el momento: cuando la limpieza se hace con frecuencia, la suciedad no se pega tanto y el esfuerzo baja. El texto de referencia propone un criterio práctico: pasar un paño húmedo después de cada uso si hubo salpicaduras o derrames, y reservar una limpieza más profunda con menos periodicidad. Ese esquema apunta a que el horno no se convierta en una tarea pesada cada vez que se lo quiere usar.
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La recomendación general marca además un plazo orientativo para la limpieza a fondo: al menos cada seis meses, para evitar acumulación de grasa y suciedad, y reducir presencia de bacterias. No se trata de una regla rígida, sino de una guía útil para hogares donde el horno trabaja seguido y el calor fija residuos en el esmalte. Con ese punto de partida, lo importante es elegir el método adecuado según el nivel de mugre.
Cuando el horno no presenta demasiada suciedad, la opción más rápida se apoya en un ingrediente básico: sal de mesa. El procedimiento arranca con un paso lógico para no entorpecer el trabajo: retirar las bandejas. Después se prepara una mezcla simple con ½ litro de agua y 250 gramos de sal, que se esparce por las paredes y la puerta interior para aflojar grasa liviana y residuos recientes.
Ese método funciona con tiempos cortos y sin complicaciones: la mezcla se deja actuar entre 15 y 20 minutos y luego se retira con un paño húmedo. Para quienes buscan además neutralizar olores persistentes, el mismo texto plantea una variante: rociar vinagre con sal y volver a pasar el paño. La lógica del paso extra es que el vinagre ayuda a limpiar y refrescar sin dejar sensación química en el ambiente.
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En casos donde la grasa se siente más pegada, el limón ofrece otra herramienta doméstica, con una ventaja adicional: deja un aroma que no se vuelve invasivo. El procedimiento combina jugo y cáscaras de 2 o 3 limones en un recipiente apto para horno, más ⅓ de agua, y aprovecha el calor para que el vapor actúe como desengrasante. El horno se enciende a 120°C durante 30 minutos, y luego se limpia con paño húmedo cuando baja un poco la temperatura.
Esa técnica se completa con un cuidado importante para no dañar superficies: si quedan restos difíciles, la sugerencia es usar una espátula de plástico en lugar de objetos metálicos. Así se evita marcar el interior, algo que después facilita que la suciedad se adhiera aún más. En ese punto, la limpieza deja de ser solo estética y se vuelve una forma de mantener el electrodoméstico en buen estado.
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Cuando el horno está muy sucio, el texto plantea un método más largo, pensado para situaciones donde la grasa se acumuló durante semanas o meses. La mezcla se arma con 10 cucharadas de bicarbonato, 4 de agua y 3 de vinagre, formando una pasta que se aplica sobre la suciedad. Acá el tiempo cumple un rol central: la preparación se deja actuar 12 horas, idealmente durante la noche, y recién al día siguiente se retira con esponja húmeda.
Ese método exige paciencia, pero ordena la tarea porque evita frotar de más. Después de la limpieza, se recomienda enjuagar bien con un trapo húmedo y, para terminar, encender el horno 15 minutos a temperatura baja para secar. Esa última etapa ayuda a que no queden zonas húmedas y también reduce olores residuales tras el proceso.
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Las bandejas suelen llevarse la peor parte, sobre todo cuando reciben grasa directa o derrames que se queman. Para esos casos, la fuente ofrece dos caminos: uno con sal gruesa y agua, tras retirar la grasa con papel absorbente, dejando reposar 30 minutos antes de frotar; y otro con bicarbonato y vinagre, que se deja actuar toda la noche y se completa con agua y fricción por la mañana.
Más allá de la técnica elegida, el punto común es evitar improvisaciones que dañen o contaminen. El uso de ingredientes domésticos busca que la limpieza sea más segura para cocinar y que el horno vuelva a usarse sin residuos agresivos. Y, sobre todo, que la cocina no dependa de soluciones costosas cuando muchas veces el resultado se logra con hábitos simples, tiempos adecuados y procedimientos bien aplicados.





















