
CAMBIEMOS NOSOTROS PARA QUE EL CLIMA NO CAMBIE
Por Marilina Scarlata El tema no es nuevo, suena mucho, en distintos sitios se hace referencia, ...
Actualidad16/09/2018 Actualidad
Por Marilina Scarlata
El tema no es nuevo, suena mucho, en distintos sitios se hace referencia, hablan los que saben y los que no saben, parece que está entendido y que no hiciera falta decir nada más.
Sin embargo las evidencias científicas demuestran lo contrario. Desde 1992, año en que los países firmaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el temor de un aumento de la temperatura global con las consiguientes consecuencias, crece año tras año.
El tratado internacional fijó lineamientos mundiales para lograr la reducción de emisiones de gases que provocan calentamiento, aumento de la temperatura y el peligroso cambio climático; también impulsó a los países para la elaboración de propuestas para hacer frente a sus consecuencias.
Claramente ese acuerdo no fue suficiente de modo que sobrevinieron otras acciones que desembocaron en un Protocolo que vincula jurídicamente a los países desarrollados, con los objetivos de reducción de emisiones. Las negociaciones son exigentes y se promueven resultados ambiciosos para 2030. La meta concreta es evitar que la temperatura global suba más de dos grados centrígrados.
Lamentablemente sabemos que nuestro país a duras penas califica para “país emergente”, sería maravilloso alcanzar un desarrollo tal que nos permitiera ascender en la escala.
Sin embargo y mientras tanto, en la Patagonia podemos llevar adelante ideas, actividades, propuestas, capacitaciones, etc, para participar por el bien común; tarde o temprano el cambio climático producirá consecuencias que nos alcanzarán, porque las acciones beneficiosas involucran a la agricultura, la energía, los contaminantes, los bosques, el transporte. ¡A nada de lo mencionado somos ajenos!

Si nos detenemos en este plan, veremos que las provincias patagónicas tienen algo para hacer. Por ejemplo en el Alto Valle de Río Negro o en el Valle Inferior del Río Chubut, la agricultura ocupa un lugar destacado, por lo tanto habría que pensar en incrementar la producción de alimentos con prácticas sostenibles ya que se prevé que la seguridad alimentaria estaría amenazada con el cambio climático, como lo demuestra el calentamiento del planeta que ya afecta cosechas de cultivos básicos. En este sentido el proyecto de la Meseta Intermedia que pondrá bajo riego más de 30.000 hectáreas entre Trelew y Puerto Madryn en Chubut, con el propósito de elevar el nivel productivo de la región, es un acierto de alto impacto positivo, en el que participaron técnicos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, lo cual le otorga valor respaldatorio.
En cuanto al tema energético, desde esta misma columna he vertido conceptos en ese sentido. Alrededor del 80% de la energía se suministra a través de la combustión de combustibles fósiles -el petróleo y sus derivados- que liberan dióxido de carbono y otros contaminantes a la atmósfera. Entonces es indispensable girar hacia fuentes de energía renovables como la eólica y la solar, de fácil acceso en la Patagonia. Estas cuestiones son de índole gubernamental, pero debemos insistir con nuestros gobernantes para que no cesen las negociaciones y lograr estos propósitos. Luego en nuestras casas y edificios debemos aumentar la eficiencia energética de los electrodomésticos, la iluminación y los vehículos. Nuestro vecino país Chile se está volviendo cada vez más importante por cuánto avanza en la instalación y utilización de equipos de energía solar, podría decirse que ya es referente en la región latinoamericana. Ha introducido alrededor del 10% de esta energía renovable, en el sistema energético nacional, con muy buenos resultados y un futiro promisorio.

Y finalmente hay otro punto en el que se puede accionar, desde Neuquén hasta Tierra del Fuego. Y es en el cuidado de nuestros bosques. Evitar los incendios, combatir la deforestación, desarrollar actitud favorable hacia nuestras especies y evitar su extinción, repoblar bosques degradados, y algunas cuantas prevenciones más son posibles para que los árboles cumplan con su ciclo de absorción de dióxido de carbono y “fabricación” de oxígeno.
Hay cuestiones determinantes en los que poner la atención, como la pobreza, el desarrollo económico sostenible y la gestión de recursos. La Patagonia debe ser impulsora de cambios conductuales que lleven a cambios funcionales, nuestro territorio vasto y precioso y nuestra descendencia en este sur especial, lo merecen.
Profesora Marilina Scarlata
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