


Davy Jones representa el terror profundo del océano. Su nombre circula desde el siglo XVIII entre los marineros ingleses. Su figura mezcla mito, superstición y literatura.
Se lo considera el demonio de las profundidades. Su sentina alberga almas, tesoros y barcos hundidos. Nadie desea terminar en sus dominios.
Su primera mención escrita apareció en 1726. Daniel Defoe lo incluyó en una novela menor. El personaje ya vivía en el imaginario oral.
La amenaza de ser enviado a su sentina causaba pánico. Marineros evitaban pronunciar su nombre en voz alta. Su sola mención anticipaba naufragios.
Tobias Smollett amplió su leyenda en 1751. Lo describió como un ente cambiante, encaramado en tormentas. Siempre presente en la tragedia marítima.
La literatura consolidó su lugar como figura maldita. Aparece en obras como Moby Dick y La isla del tesoro. También en relatos de Poe y Dickens.
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Se lo retrata con ojos de espanto y narices en llamas. Algunos afirman que posee tres hileras de dientes. Otros lo vieron surgiendo entre el fuego marino.
La identidad real de Davy Jones sigue en disputa. Una versión lo asocia a un pirata del siglo XVII. Otra lo vincula con un tabernero criminal.
Ese tabernero habría emboscado marineros ebrios. Luego los enviaba presos a buques piratas. Más tarde se convirtió él mismo en pirata despiadado.
Algunas leyendas lo acusan de pactar con el diablo. Otras aseguran que decapitaba a las tripulaciones capturadas. Todas coinciden en su brutalidad.
Otra teoría lo conecta con Jonás, el personaje bíblico. Una deformación lingüística habría transformado su nombre. No existen pruebas sólidas de ese origen.
También se lo vincula con el Holandés Errante. Aunque las fuentes los describen como entes distintos. Ambos dominan el imaginario marítimo europeo.
La Marina británica convirtió su figura en ritual. Aparece en ceremonias al cruzar el ecuador. Allí preside junto a Neptuno las iniciaciones náuticas.
La noche previa, alguien se disfraza de Davy Jones. Porta una carta del rey del mar. Exige la presentación de los nuevos tripulantes.
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La ceremonia busca aliviar tensiones a bordo. Es una parodia del bien y el mal. Todos se disfrazan y celebran el cruce.
Davy Jones encarna el caos del océano. La amenaza de lo desconocido bajo las olas. El miedo que habita en la profundidad.
Su nombre aparece en expresiones marineras antiguas. “Lo atrapó Davy Jones” equivale a morir ahogado. Una forma de nombrar el fin sin retorno.
Muchos creen que custodia el fondo del mar. Allí espera a las almas perdidas en tormentas. También a los que desafiaron su territorio.
La cultura popular lo revivió en tiempos recientes. El cine y la televisión retomaron su leyenda. Reapareció con fuerza en Piratas del Caribe.
En esa saga, comanda un barco fantasmal. Persigue deudas de vida y muerte. Extiende su condena con voz de trueno.
Su aspecto mutó con tentáculos y formas marinas. Mezcla coral, hueso y carne maldita. Su presencia genera temor inmediato.
Más allá del cine, su origen es literario. Surgió en un siglo de exploración naval. Donde cada ola podía esconder una pesadilla.
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Los marineros construyeron un lenguaje propio. Davy Jones fue su figura más temida. El aviso del fin, la última visión.
Ningún registro confirma su existencia real. Pero su historia persistió durante siglos. La tradición lo mantuvo vivo en cada barco.
El mito sobrevive al paso del tiempo. Cambia de forma, pero no de esencia. Sigue siendo el señor de lo hundido.
Ningún otro demonio marino tiene tanta fama. Su nombre combina ternura e ironía. Pero en altamar, se lo pronuncia con respeto.
Hoy es parte del folclore oceánico global. Su leyenda viaja en canciones, cuentos y películas. Sigue custodiando la oscuridad del fondo marino.
Cada mención mantiene viva su presencia. Cada historia reafirma su poder. Davy Jones no desaparece. Solo espera.



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