


La Iglesia católica tiene un protocolo bien definido ante la muerte de un Papa, y se lo conoce como "Sede Vacante". Este procedimiento se activa automáticamente cuando se confirma el fallecimiento del Sumo Pontífice y da lugar a una sucesión de actos litúrgicos, administrativos y electorales que culminan con la elección de un nuevo líder de la Iglesia.
El primer paso lo da el camarlengo, autoridad que confirma oficialmente la muerte del Papa y sella el lugar donde ocurrió el deceso. A partir de ese momento, se suspenden las audiencias y se prepara el funeral, que suele celebrarse entre el cuarto y el sexto día posterior al fallecimiento.
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Durante ese período, el Colegio Cardenalicio asume la conducción temporal de la Iglesia. Los cardenales que tienen menos de 80 años se reúnen en un cónclave dentro de la Capilla Sixtina, donde votan por el nuevo Papa. La elección se realiza en secreto y se necesita una mayoría de dos tercios para consagrar al sucesor.
Cuando hay consenso, la señal se transmite al mundo a través del humo blanco que emana de la chimenea de la Capilla Sixtina. Luego, el nuevo Papa elige su nombre, se presenta desde el balcón de la Basílica de San Pedro y brinda su primera bendición "Urbi et Orbi".
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Cambios introducidos por Francisco
Durante su papado, Francisco actualizó el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el protocolo litúrgico de los funerales papales, buscando simplificar y modernizar el proceso.
Entre los cambios más relevantes:
▶️Se elimina la tradición de tres ataúdes (ciprés, plomo y roble) y se establece uno solo de madera con interior de zinc.
▶️La constatación de la muerte se hará en la capilla privada y no en la habitación del Papa.
▶️El cuerpo será expuesto en un féretro abierto para la veneración pública.
▶️Se anula el traslado del cuerpo al Palacio Apostólico, y se lo lleva directamente a la Basílica de San Pedro.
▶️No se colocará el báculo papal junto al cuerpo.
▶️Se deja sin efecto el rito de triple sepultura, y los tradicionales "novendiales" (nueve días de oración) se ajustan a cuatro formularios litúrgicos.
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Con estas reformas, Francisco buscó alinear las costumbres del Vaticano con una visión más austera, cercana y pastoral, incluso en el momento de la despedida.







