Marineros acuerdan con la empresa y salen a pescar

Actualidad06/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
marlene del carmen
Marlene del Carmen en botadura.

El barco fresquero de altura ‘Marlene del Carmen’ zarpó este lunes desde Mar del Plata con destino a zona de pesca tras concretarse un hecho inédito en el sector. La empresa armadora y su tripulación firmaron un acuerdo laboral directo, por fuera de cualquier estructura sindical, dando lugar a un precedente que ya es analizado en despachos empresariales y gremiales por igual.

El entendimiento fue entre partes privadas. Ocho trabajadores, incluidos marineros, el maquinista y el capitán, firmaron un convenio laboral con el empresario armador, sin intermediación del SOMU ni participación de otro sindicato. Se trató de un acuerdo voluntario que fue informado a la Prefectura Naval Argentina, que a su vez garantizó el despacho del buque sin objeciones legales.

Este hecho generó impacto inmediato. No solo porque la embarcación logró salir en medio de un clima de tensión gremial, sino porque la Prefectura convalidó el principio jurídico de que un acuerdo privado y voluntario entre las partes es válido a los fines del despacho. Se trató de una señal institucional clara en un contexto de múltiples conflictos en la industria.

Días antes, la escena fue muy distinta. El miércoles y el viernes previos, el SOMU desplegó grupos en el muelle para impedir la zarpada. La embarcación estuvo amarrada mientras la patota sindical bloqueaba el acceso e increpaba a los propios afiliados, a quienes acusaban de “carneros” por querer trabajar sin orden sindical. Hubo tensión y temor en el puerto.

El empresario Luis Santander, armador del ‘Marlene del Carmen’, relató los hechos. “Están diciendo que hubo una medida judicial, no hubo nada de eso. La realidad es que la tripulación del barco me llamó para decir que querían salir. Yo les dije que solo lo haría si había un acuerdo firmado entre las partes”, explicó el dueño de la nave. Su respuesta fue clave: solo zarpamos si hay acuerdo privado.


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Los marineros aceptaron. Cada uno firmó un convenio individual donde acordaron condiciones laborales para salir a pescar. “Firmamos de forma privada. Ellos aceptaron y pautamos cómo trabajar”, detalló Santander. No hubo reclamos judiciales ni intervención de gremios. El derecho a trabajar se plasmó en un acuerdo de palabra y papel entre las partes.

El dato no pasó desapercibido. Al cierre de la jornada, distintas empresas del sector pidieron a sus equipos jurídicos que analicen el caso. Muchos vieron en este episodio una vía para salir del parate pesquero generado por conflictos salariales y bloqueos sindicales.

Las áreas de Recursos Humanos recibieron mensajes de marineros dispuestos a embarcarse bajo esa modalidad. “Están ofreciendo salir mañana con un 30% menos”, señalaron fuentes empresariales. Varios trabajadores buscan repetir el esquema del ‘Marlene’, sin intervención sindical, en acuerdos voluntarios y directos.

Lo que empezó como un caso aislado, se perfila como una alternativa real en un sector atravesado por conflictos salariales y falta de competitividad. La Prefectura Naval fue clave al garantizar el despacho. Marcó que no existían impedimentos legales para zarpar si existía un acuerdo legítimo entre partes.

El caso desató un temblor político en el ámbito pesquero. En menos de 24 horas, grupos empresarios y gremiales comenzaron a debatir el impacto de este antecedente. No solo es un hecho concreto, sino que instala la posibilidad de cambiar reglas en los vínculos laborales del sector.


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La flota fresquera de altura enfrenta desde hace meses reclamos salariales que muchas veces terminan en medidas de fuerza o bloqueos. Esta experiencia mostró otra salida. Un acuerdo sin extorsiones, ni cortes, ni coerción. Solo la voluntad de trabajar.

Para el SOMU, los marineros que firmaron son “carneros”. Así los trataron en los muelles. Los insultaron, los cercaron, intentaron frenar la zarpada con la fuerza de los cuerpos. Pero esta vez no funcionó. La Prefectura hizo valer la ley. El buque partió.

El lunes 5 de mayo, la escena cambió. No hubo patotas en el muelle. La Prefectura garantizó que la embarcación pueda operar como lo indica la normativa. Y el ‘Marlene del Carmen’ finalmente soltó amarras.

La noticia viajó rápido. Grupos de marineros empezaron a comunicarse con armadores. “¿Podemos hacer lo mismo?”, preguntaban. Los teléfonos y los WhatsApp de empresas no paraban de sonar. La idea de firmar acuerdos particulares con marineros circuló de inmediato.

Este fenómeno podría cambiar parte de la matriz de relaciones laborales en la pesca. Si se sostiene el respaldo jurídico y operativo de Prefectura, se abre la puerta a una nueva forma de contratación basada en convenios particulares.

Las condiciones que aceptaron los tripulantes del ‘Marlene’ no son mejores. En muchos casos, representan una baja del 30% en los valores de producción. Pero eligen trabajar. “Es mejor ganar algo que seguir parado”, dijo un marinero que pidió reserva. Hay hambre de laburo.


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Este acuerdo llega en un contexto de crisis. Altos costos, conflictos gremiales y trabas sindicales impiden operar a muchas embarcaciones. La opción del acuerdo directo se presenta como alternativa frente a la parálisis. Es una grieta en el sistema tradicional.

Empresas del sur, especialmente de Chubut, ya analizan replicar el modelo. Hay consultas a abogados laboralistas y a Prefectura. Quieren saber hasta dónde pueden ir sin violar el marco legal. El caso del ‘Marlene’ es ahora caso testigo.

Hay quienes temen una escalada gremial. El SOMU podría intentar endurecer sus métodos. También podría haber acciones judiciales para revertir esta modalidad. Pero, por ahora, el precedente está. El barco zarpó. La historia empezó a cambiar.

Nadie imaginaba que un buque tan nuevo como el ‘Marlene del Carmen’ marcaría semejante quiebre. Había intentado dos veces salir sin éxito. Pero cuando el acuerdo fue voluntario y directo, zarpó. Y esa salida está dando qué hablar en todo el Atlántico.

El sector no volverá a ser igual. Las reglas se están discutiendo de nuevo. Y este lunes, en el puerto de Mar del Plata, la política gremial pesquera recibió una sacudida que recién empieza.

   

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