Javier Baños.
El abogado Javier Baños puso el foco en la realidad. Dijo que bajar la edad de imputabilidad es solo una respuesta de coyuntura. No una solución profunda. No un camino real de prevención. No un cambio que transforme la situación estructural.
El proyecto impulsa una reforma del Régimen Penal Juvenil. La iniciativa propone que los menores puedan ser imputados desde los 14 años. El Gobierno promueve el cambio. Tiene respaldo de varios bloques. Se espera debate legislativo en breve.
Baños asesora a la familia de Ezequiel Altamira. El adolescente fue asesinado a la salida de un boliche. Tenía 16 años. Los atacantes fueron menores. El caso reabrió el debate social. Pero también mostró las limitaciones de la ley actual.
“No estoy ni a favor ni en contra”, dijo Baños. Advirtió que la ley presume que menores de 16 años no comprenden sus actos. Pero esa presunción no admite prueba en contrario. Y eso genera fallos automáticos, sin investigación.
El letrado planteó una cuestión clave. Dijo que muchos fiscales cierran causas sin investigar. Usan la inimputabilidad como excusa. Las víctimas no tienen derecho al debido proceso. El sistema margina a quienes sufren los delitos.
“Eso es un verdadero escándalo”, aseguró. Sostuvo que la ley debería habilitar un estudio caso por caso. No todos los adolescentes entienden igual. No todos los delitos tienen la misma complejidad. No todos los contextos son comparables.
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Baños remarcó que el problema es mucho más amplio. Habló de pobreza estructural. De falta de educación. De crisis de valores. De instituciones rotas. De desempleo. De corrupción. De barrios sin urbanizar. “Hay que hacer la Argentina de nuevo”, afirmó.
Señaló que la baja de edad tapa otras urgencias. Dijo que la discusión política gira en falso. Se debate la edad sin resolver el fondo. Las cárceles siguen igual. La justicia tarda. La policía no actúa con eficacia.
“Los menores comprenden según el caso”, explicó. Dio un ejemplo claro. Dijo que un chico de 15 puede entender que pegar con un fierro es criminal. Pero tal vez no entienda una estafa compleja. Cada caso requiere análisis específico.
Planteó que el delito no es un fenómeno heredable. Dijo que el ser humano es libre. Decide hacer el bien o el mal. Pero reconoció que el contexto influye. La pobreza arrastra. La falta de ejemplo también.
“La clave es la educación”, sostuvo. Pero no cualquier educación. Habló del ejemplo. Dijo que los jóvenes imitan. Que copian lo que ven. Que los primeros referentes son los padres. Y también los gobernantes. Por eso pidió coherencia.
Criticó algunos mensajes culturales. Mencionó letras de cumbia villera. Dijo que promueven violencia, robo y abuso. Afirmó que esos contenidos refuerzan comportamientos delictivos. Y que la sociedad debe debatir qué cultura quiere proyectar.
Reclamó una mejora institucional profunda. Habló de fortalecer la justicia. De capacitar a los fiscales. De mejorar la educación. De crear empleo. De incluir a los niños de la calle. Pidió que el Estado cumpla su rol.
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Cuestionó también la actitud del poder judicial. Dijo que muchos jueces no transforman realidades. Que actúan sin empatía. Que no buscan soluciones. Que el derecho se aplica con frialdad. Y eso aleja la justicia de la gente.
Pidió que la justicia intervenga con responsabilidad. Dijo que debe haber prudencia. Que no se puede agravar más el daño. Que cada intervención debe dejar las cosas mejor. “Pero eso no siempre ocurre”, lamentó.
El caso Altamira simboliza un dolor extendido. No se trata solo de un adolescente asesinado. Se trata de una sociedad que no protege. De una ley que no responde. De un sistema que no contiene.
El debate vuelve con cada crimen joven. Pero siempre queda en la superficie. Se discute la edad. Se presentan proyectos. Pero no se cambia nada profundo. La estructura sigue igual. Las víctimas siguen solas.
Baños pide que se mire más allá. No se trata de imputar a chicos. Se trata de entender por qué delinquen. Qué los lleva a actuar así. Qué los empuja. Qué les falta.
Recordó que el Estado debe proteger. Que la prioridad son los niños. Que la prevención empieza en la infancia. Que el delito no nace de la nada. Que el abandono genera violencia.
Insistió en que no hay soluciones mágicas. Que la respuesta es integral. Que debe involucrar al Estado, la familia, la escuela. Que todos deben hacer algo. Que no alcanza con castigar.
Dijo que hay que reconstruir la comunidad. Volver a los vínculos. Apostar al barrio. Confiar en los maestros. Apoyar a los jueces comprometidos. Volver a educar con ejemplo.
Cuestionó la grieta política. Dijo que frena soluciones. Que impide consensos. Que transforma todo en pelea. Que nadie escucha. Que los discursos vacíos ganan espacio.
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Pidió que el Congreso debata con seriedad. Que escuche a víctimas. Que escuche a especialistas. Que piense a largo plazo. Que no legisle con urgencia ni con bronca.
El proyecto de imputabilidad está en agenda. Tiene apoyo de sectores amplios. Pero también genera resistencias. Hay dudas. Hay voces críticas. La discusión será intensa.
Baños no propone vetarlo. Solo pide prudencia. Reflexión. Compromiso real. Escucha profunda. Justicia para las víctimas. Derechos para todos. Y una sociedad más humana.
El problema no se resuelve solo con leyes. Tampoco con parches. Tampoco con slogans. Se resuelve con políticas reales. Con decisiones difíciles. Con inversión. Y con voluntad.
Las familias necesitan contención. Las víctimas necesitan reparación. Los niños necesitan futuro. Y la Argentina necesita mirar su raíz. No su síntoma.
La justicia debe sanar. No debe herir más. No debe empujar al abismo. Debe abrazar. Corregir. Orientar. Y mostrar que un camino mejor es posible.
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