Miguel Pichetto.
La apertura de importaciones golpeó al corazón frutícola del país. La llegada de peras chinas al mercado argentino generó alarma. También encendió las críticas de referentes políticos y sectores productivos regionales.
El diputado nacional Miguel Pichetto fue tajante. “Estamos frente a una decisión miserable”, afirmó en diálogo con Río Negro Radio. Apuntó contra el Gobierno nacional por dañar las economías regionales.
El cargamento chino llegó con casi 2.600 cajas. El valor declarado fue de 25.420 dólares. El ingreso marca un giro en la política frutícola. Y afecta directamente a los productores del Alto Valle.
Pichetto cargó contra Federico Sturzenegger. Lo calificó de “ignorante” y lo responsabilizó por la medida. También cuestionó las condiciones sanitarias del producto importado.
Advirtió sobre las diferencias en los controles. La Argentina exporta con exigencias estrictas. Europa, Brasil y Rusia las aplican. China no cumple con esos estándares, según el diputado.
La fruta importada competirá en desigualdad. “Los costos chinos son más bajos por subsidios y economía de escala”, explicó. Esto desplaza a la producción nacional. Afecta el precio y la rentabilidad local.
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La sobreoferta sería otro riesgo. Pichetto alertó sobre los efectos en época de cosecha. Si coinciden los ingresos, los precios caerán. El impacto sería directo en las fincas.
El diputado recordó su experiencia legislativa. Representó a Río Negro en el Senado. Conoce el sector frutícola. Lo acompañó en reclamos, leyes y fondos. No habla desde afuera.
“Va a abrir la puerta a un nuevo Rocazo”, advirtió. Recordó la pueblada de 1972. El descontento social surgió por decisiones similares. La historia puede repetirse.
También apuntó al ánimo del productor. “Esto va a impactar en el espíritu del Alto Valle”, expresó. El esfuerzo pierde sentido. El trabajo no encuentra recompensa.
“Es un exceso, una locura más”, criticó. Pichetto acusó a Sturzenegger y Caputo de buscar inflación baja sin cuidar el interior. Lo calificó como otro error económico del Gobierno.
La medida busca bajar precios en góndola. Pero no atiende el equilibrio productivo. Ni protege la industria frutícola. Tampoco contempla el efecto social. Esa es la preocupación principal.
Pichetto no se opone al comercio exterior. Pero exige reciprocidad. Y reglas claras. Los productores locales enfrentan controles. No pueden competir con fruta subsidiada sin protección.
La pera argentina es reconocida internacionalmente. Tiene calidad. Tiene trazabilidad. Cumple normativas fitosanitarias. Llega a mercados exigentes. Pero pierde fuerza si no tiene apoyo interno.
El ingreso chino se produce en un contexto sensible. El sector frutícola enfrenta aumentos de costos. Tarifas altas. Combustibles caros. Problemas laborales. La importación es el golpe final.
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La fruta no entra sola. También ingresan conflictos. Disputas comerciales. Pérdida de mercado. Resentimiento social. Riesgo político. El paquete llega completo. Y la región lo sabe.
La reacción no se hizo esperar. Cooperativas, cámaras y productores manifestaron preocupación. Piden frenar el ingreso. Exigen protección para el trabajo local.
Pichetto se hizo eco de ese reclamo. “Esta medida daña la economía regional que genera empleo y servicios”, afirmó. Reclamó una política federal, con mirada interior.
La Patagonia productiva siente la amenaza. La fruta china puede abaratar la góndola. Pero encarece la crisis. El beneficio inmediato esconde un costo estructural alto.
El diputado pidió revisar la medida. Consideró que el Congreso debe intervenir. Exigir informes. Plantear límites. Replantear prioridades. “No se puede destruir la producción por un ahorro mínimo”, dijo.
Las exportaciones argentinas también corren riesgo. Europa y Brasil miran las políticas internas. Pueden revisar sus compras si cambia el esquema sanitario. Otro daño colateral posible.
Los supermercados se preparan para recibir el nuevo producto. Las peras chinas llegan con presentación atractiva. Pero no traen trazabilidad. Tampoco trazan oportunidades para los trabajadores argentinos.
Pichetto alertó sobre el doble discurso. El Gobierno pide productividad. Pero no protege la producción. Habla de libertad de mercado. Pero ignora las reglas de juego.
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El Alto Valle ya sufre las consecuencias. Menos ventas. Más incertidumbre. Menos precios. Más endeudamiento. El campo no puede esperar. El golpe ya se siente.
“El productor no tiene espalda para aguantar”, resumió Pichetto. La política económica se diseñó sin escuchar al interior. El resultado será desempleo, enojo y ruptura.
El Rocazo fue una advertencia histórica. La medida actual tiene ingredientes similares. El Estado no puede repetir errores. El país necesita producción, no conflictos.
Los consumidores también deberían saberlo. Lo barato puede salir caro. Lo importado no siempre tiene calidad. El precio no reemplaza el arraigo ni el trabajo local.
La fruta argentina necesita decisión política. No pide subsidios. Pide condiciones. No exige privilegios. Reclama igualdad. Y advierte con firmeza: “Esto no termina bien”.
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