


La séptima muestra de producción en 25 de Mayo tuvo más que stands. Reunió a productores, funcionarios y vecinos en torno a una idea compartida. La barrera sanitaria dominó cada charla, entre cabras coloradas y alfalfa.


La cabra colorada pampeana fue una de las protagonistas. Buscan registrarla como raza. Solo se cría en 25 de Mayo y La Isabel. Representa identidad y resistencia. También expresa las limitaciones productivas que impone la barrera.
El intendente Leonel Monsalve Herrera fue claro. “A nosotros nos daría un buen mercado. Incluso el neuquino elige la carne de la localidad”, aseguró. Cree que el momento llegó. Pide equilibrio regional.
La zona trabaja bajo riego. Produce alfalfa de calidad. Tiene condiciones para competir. Según Monsalve, “sería muy oportuno” abrir el comercio. El potencial está. Falta decisión política.
La incertidumbre genera ansiedad. Monsalve lo reconoció: “Quizá este año ya se termina. Sé que hay tratativas”. También admitió que puede haber resistencias desde el sur. El debate se trasladó a Nación.
El intendente percibe una oportunidad. “Nos da más mercado. Puede ser favorable para todos”, dijo. Aceptó que los precios deberán ajustarse. Cree en un reacomodamiento beneficioso para su comunidad.
El agrónomo Agustín Schmidt agregó otra mirada. “Tenemos un ternero de excelente calidad. Nos sobran condiciones para toda la cadena”, aseguró. Pidió avanzar con cuidado, pero sin freno.
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Schmidt cree en el cambio. “Se tiene que levantar la barrera. Sería una explosión para 25 de Mayo”. También señaló que otros productores quieren comprar en La Pampa. El mercado espera.
El veterinario Juan Pablo D’Urso también expresó optimismo. “Estoy convencido de que esto en algún momento se va a levantar”. Para él, este intento es el más serio. Los tiempos se acortan.
D’Urso pidió paciencia. “Habrá que esperar estos 90 días para ver qué resultado se logra”. Advirtió que hay intereses enfrentados. El cambio podría tardar, pero no se detendrá.
El veterinario planteó una meta nacional. “Hay que lograr un estatus sanitario común a todo el país”. Con eso, las barreras dejarían de tener sentido. El comercio sería justo y eficiente.
La historia pesa. “Esta zona quedó postergada cuando se instaló la barrera”, recordó D’Urso. Muchos productores perdieron el mercado del sur. La distancia bloqueó la cadena. Las oportunidades se diluyeron.
El problema sigue vigente. “Es muy difícil producir carne si el primer mercado está a 400 kilómetros”, explicó. El desarraigo comercial limita el desarrollo. El mapa no acompaña a los pequeños.
El riesgo sanitario también entra en juego. “Estas prohibiciones generan alternativas no legales”, dijo D’Urso. La informalidad abre puertas a carne sin control. La calidad se resiente. El mercado pierde confianza.
Schmidt analizó el impacto en el precio final. “Va a afectar los precios, pero nos permitirá trabajar mejor”, indicó. Hacer gordo en 25 de Mayo es costoso. El cambio mejoraría los márgenes.
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Hoy faenan en Santa Rosa o General Pico. Antes lo hacían en Acha. Las distancias aumentan los costos. La competencia también. Ingresar al Valle sería clave para equilibrar el negocio.
El intendente sumó otra observación. “El gobierno nacional está implementando estrategias para bajar el precio con la competencia”. En esa lógica, La Pampa saldría favorecida. Ofrecería volumen y cercanía.
D’Urso pidió revisar la cadena completa. “La ganancia está concentrada en los frigoríficos”, criticó. El productor primario queda relegado. La barrera ayuda a perpetuar el desequilibrio.
El veterinario pidió un corrimiento justo. “Con el cambio podría dejar de ser negocio para unos pocos”, planteó. Espera que se sumen actores. Que el beneficio se reparta.
La producción pampeana busca justicia comercial. No pide privilegios. Pide acceso. Pide rutas más cortas. Pide reglas iguales. Pide jugar con las mismas cartas. La barrera rompió ese equilibrio.
Los criadores no reniegan del control. Quieren vender con garantías. Pero también quieren mercado. El aislamiento los empujó a la periferia. El corazón ganadero quedó lejos de los centros.
El levantamiento abriría nuevos caminos. Los animales podrían viajar hacia el sur. Las carnicerías ofrecerían más opciones. Los precios se moverían. Los consumidores elegirían con mayor libertad.
La transición no será fácil. Habrá resistencia. Habrá dudas. Pero la necesidad empuja. Y la voluntad se organiza. La muestra fue prueba de eso. La comunidad se prepara.
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Los concursos y las charlas técnicas unieron generaciones. Los jóvenes preguntaron. Los adultos contaron. Las cabras premiadas sacaron sonrisas. La producción volvió a mostrarse. Quiso decir presente.
La rueda de la carne no se detiene. Tampoco la del debate. Ni la de los trámites. Ni la de los días. Faltan 90 para saber. Pero ya se siente el movimiento.
La Pampa espera una decisión nacional. Las provincias miran con atención. El mapa ganadero podría reconfigurarse. La barrera, alguna vez útil, podría quedar atrás. Todo depende de lo que venga.
El campo ya habló. Quiere producir. Quiere competir. Quiere crecer. Quiere entrar en igualdad de condiciones. No quiere privilegios. Solo puertas abiertas. Solo mercados disponibles. Solo caminos transitables.
La frontera sanitaria separó más que territorios. También aisló oportunidades. También desvió inversiones. También achicó horizontes. El cambio asoma. 25 de Mayo quiere ser parte. Y ya levantó la voz.









