

Polémica: Nación autoriza ingreso de la flota china en caso de tormenta
Actualidad20/05/2025

Una nueva tormenta en el Atlántico Sur forzó a Prefectura Naval Argentina a habilitar el ingreso de pesqueros chinos a la ZEE nacional. La decisión se tomó bajo el marco de las normas internacionales y se justificó por razones humanitarias ante las condiciones meteorológicas extremas. El fenómeno afectó a cientos de embarcaciones que operaban cerca del límite marítimo, donde usualmente permanece una numerosa flota extranjera a la espera de condiciones favorables.


Las autoridades aplicaron el “Procedimiento de actuación ante solicitud de la flota extranjera para ingresar a la ZEE por razones climáticas”. Este protocolo permite que barcos pesqueros de otros países ingresen de forma temporal para buscar refugio. La permanencia autorizada se extiende desde el lunes 19 hasta la tarde del jueves 22 de mayo. El primer ingreso ocurrió el martes 20, y se estima que los barcos permanecerán por tres días. No se permite realizar pesca, investigación ni ningún tipo de actividad extractiva.
La tormenta incluyó vientos de 30 a 45 nudos, con ráfagas que llegaron a 60 nudos. Las olas alcanzaron los cinco metros. Esta situación activó el preaviso de temporal emitido por el Servicio Meteorológico Nacional, que dio base legal a la decisión de Prefectura, bajo la conducción del Ministerio de Seguridad de la Nación. Los pesqueros solicitaron ingreso por seguridad y quedaron sujetos a un estricto protocolo de control.
Las normas establecieron condiciones específicas para los barcos extranjeros. Se prohibió el uso de luces de pesca, se exigió que las artes permanecieran sobre cubierta y sujetas, y se ordenó mantener los sistemas de posicionamiento (AIS) encendidos en todo momento. Prefectura monitoreó en tiempo real la ubicación de cada embarcación. El sistema de vigilancia incluyó aviones Beechcraft B-200 y tecnología satelital aportada por la CONAE.
Similares eventos ocurrieron en marzo y junio de 2024, cuando grandes flotas chinas ingresaron a la ZEE por tormentas aún más intensas. En marzo se autorizó el ingreso de 259 buques que enfrentaban olas de siete metros. En junio, otros barcos “poteros” especializados en calamar ingresaron al país en medio de olas de casi nueve metros. En todos los casos, el Estado aplicó restricciones y activó controles permanentes desde la estación costera L3A, utilizando la frecuencia 4134 Khz para mantener comunicación constante.
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El actual operativo también exige reporte continuo de posición, monitoreo de velocidad y trayectorias, y cooperación plena. La Prefectura considera esta actividad como un “paso inocente” bajo supervisión. Así lo indica la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), que permite a los países dar refugio a embarcaciones en peligro, siempre bajo condiciones estrictas y sin habilitar actividades comerciales.
Desde Cancillería se informó que la República Popular China dio consentimiento diplomático para que sus barcos ingresaran con estas condiciones. El acuerdo se firmó en términos formales y fue acompañado por la Armada Argentina y el Ministerio de Defensa. El sistema de control busca garantizar que la medida no sea utilizada para ingresar ilegalmente ni realizar pesca encubierta, como muchas veces se sospecha.
La noticia reabrió la polémica sobre la presión pesquera extranjera en los límites del mar argentino. Informes recientes del Círculo de Políticas Ambientales, basados en datos de Global Fishing Watch, señalan que la actividad pesquera china creció un 800% en la última década en torno a la ZEE. Esta presión aumenta el riesgo de sobreexplotación de especies como el calamar y la merluza, que son fundamentales para la economía pesquera nacional.
A pesar de los controles, muchos actores del sector pesquero argentino desconfían de estas autorizaciones. Sostienen que la vigilancia no siempre es efectiva, que las embarcaciones pueden pescar de forma furtiva, y que no hay suficientes recursos técnicos para verificar todas las condiciones en tiempo real. También temen que se normalice el ingreso chino en cada tormenta, y que se termine perdiendo soberanía sobre el mar.
El gobierno insiste en que se respetaron todos los protocolos, pero no logra despejar las dudas del sector. Los pescadores argentinos enfrentan reglas estrictas, cuotas limitadas y costos crecientes, mientras observan cómo cientos de barcos extranjeros permanecen cerca del límite marítimo y entran al país bajo distintas excusas. “La pesca ilegal no descansa, ni con tormenta”, dijo un armador patagónico.
La flota nacional ya fue alertada del ingreso de los barcos chinos. Muchos optaron por desplazarse a sectores de resguardo para evitar cruces innecesarios. El temor a colisiones, maniobras imprevistas o conflictos por zonas de tránsito se mantiene vigente cada vez que se autoriza un ingreso.
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Prefectura emitió partes diarios para informar los movimientos de cada embarcación extranjera dentro de la ZEE. Cada paso quedó registrado en el sistema Guardacostas. Hasta el momento no se reportaron infracciones, aunque los controles continuarán hasta que se concrete la salida definitiva.
La situación revela el estado de vulnerabilidad con el que Argentina gestiona su territorio marítimo. El país aplica protocolos válidos, pero carece de recursos permanentes. La vigilancia depende de fondos esporádicos, aviones limitados y tecnología satelital que no siempre alcanza para toda la flota extranjera.
Los organismos internacionales avalan estos ingresos, pero la comunidad costera no siempre los acepta. Desde Mar del Plata hasta Puerto Madryn, muchos armadores se quejan por la falta de reciprocidad. “Ellos entran cuando quieren. Nosotros tenemos que pedir permiso para todo”, afirmó un capitán langostinero.
Las normas son claras, pero la asimetría preocupa. Argentina acepta flotas extranjeras bajo tormenta, pero no consigue que se frene la depredación al borde de sus aguas. La sostenibilidad pesquera está en juego, y las tormentas climáticas revelan las tormentas políticas que todavía no se resuelven.
El paso inocente de barcos extranjeros necesita control fuerte, reglas claras y capacidad operativa. No alcanza con firmar acuerdos si no se puede garantizar su cumplimiento. La presión internacional sobre los recursos del mar argentino no se detiene con el mal tiempo.
La política pesquera enfrenta un nuevo dilema. Defender el mar requiere firmeza institucional y tecnología adecuada. El Atlántico Sur sigue en disputa, aunque no haya guerras visibles. Las tormentas no son solo meteorológicas.









