


Un nuevo estudio advierte sobre un error estadístico global. Millones de personas que viven en zonas rurales no figuran en los mapas poblacionales que usa el mundo.


La investigación fue publicada en Nature Communications. El trabajo analizó cómo las bases de datos fallan al contabilizar habitantes de zonas rurales.
El equipo liderado por Josias Láng-Ritter evaluó datos de 35 países. Usó desplazamientos causados por represas como base de comparación con bases de datos oficiales.
Los investigadores encontraron fallas graves en todos los modelos. Las estimaciones poblacionales subestiman hasta el 84 % de la población rural en algunos casos.
Incluso los modelos más precisos fallan por la mitad. El informe mostró un margen de error mínimo del 53 %, en la base de datos WorldPop.
La metodología habitual divide al mundo en cuadrículas. A cada cuadrado se le asigna una población estimada según censos e imágenes satelitales.
Ese método funciona mejor en ciudades. En zonas urbanas hay datos más claros y construcciones visibles, lo que mejora la precisión.
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Las zonas rurales presentan problemas distintos. La población se dispersa, hay caminos de tierra y viviendas invisibles para los satélites.
“La precisión en áreas rurales ha sido poco explorada”, dice el estudio. Esa omisión genera un vacío de información que afecta decisiones importantes.
El 43 % de la población mundial vive en zonas rurales. Es un porcentaje significativo que no puede quedar excluido de las políticas públicas.
Las bases de datos evaluadas fueron cinco. WorldPop, GWP, GRUMP, LandScan y GHS-POP presentaron errores importantes en todos los casos.
Las consecuencias de estos errores son graves. Afectan la planificación de hospitales, escuelas, redes eléctricas y respuestas a desastres.
La subestimación impacta también en campañas sanitarias. Si se calculan mal los destinatarios de vacunas, muchos quedan afuera del sistema.
“La subrepresentación rural está presente en miles de estudios”, indica el equipo. Esto refuerza un sesgo a favor de zonas urbanas.
Los censos nacionales suelen tener menos precisión en el campo. Las distancias, el aislamiento y los conflictos dificultan la recolección de datos.
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Algunos países tienen errores mayores. En Paraguay, por ejemplo, el censo de 2012 pudo omitir hasta un 25 % de su población.
La tecnología satelital no siempre ayuda. Las viviendas pequeñas, los árboles y la falta de luz eléctrica dificultan la detección.
Los mapas basados en luces nocturnas discriminan al campo. Las zonas sin electricidad no generan señales visibles para los satélites.
Los autores proponen reforzar los censos rurales. Sugieren más recursos técnicos y humanos para alcanzar zonas invisibles.
También piden sumar fuentes alternativas. Encuestas, registros de desplazamientos y visitas a terreno podrían mejorar los datos.
El estudio exige incluir márgenes de error en los modelos. La mayoría de los mapas no indica cuán fiables son sus cifras.
“Los datos urbanos dominan las decisiones globales”, advierte el informe. Ese sesgo puede empeorar las desigualdades entre campo y ciudad.
El impacto llega a temas globales. Cambio climático, pobreza y planificación demográfica dependen de cifras correctas.
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El informe no da una nueva cifra poblacional. Pero sugiere que el planeta podría tener miles de millones más de habitantes que los registrados.
Algunos expertos critican los resultados. Argumentan que la tecnología mejoró y que los datos más recientes son más fiables.
Los autores se enfocaron en el período 1975–2010. Ese rango tiene menos datos verificados, lo que da más peso a su investigación.
El hallazgo reabre una pregunta clave. ¿A quiénes contamos cuando decimos cuántos somos?
Las estadísticas definen políticas, recursos y prioridades. Dejar a millones fuera puede significar vidas sin acceso a salud, educación ni derechos.
En plena era digital, contar personas sigue siendo un desafío. El campo exige visibilidad, y la tecnología todavía no alcanza.
Este estudio pide repensar cómo miramos al mundo. “Contar bien también es una forma de justicia”, concluyen los investigadores.








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