Quién es Saputo y por qué lidera el mercado lácteo argentino sin que nadie lo sepa

Actualidad23/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
saputo
La multinacional canadiense.

Saputo nació en Canadá en 1954, cuando la familia Saputo llegó desde Sicilia con 500 dólares y una bicicleta. Comenzaron con un emprendimiento artesanal en Montreal. Hoy manejan una de las mayores empresas lácteas del mundo. La historia empresarial se basó en trabajo familiar, expansión sostenida y adquisiciones estratégicas. Con ese modelo, construyeron un grupo que emplea a 19.600 personas y está presente en cinco países.

La empresa opera 67 plantas industriales en Canadá, Estados Unidos, Argentina, Australia y Reino Unido. Vende productos en más de 60 países con marcas como Frigo Cheese Heads, Armstrong, Montchevre, Cathedral City y La Paulina. Es uno de los principales actores del mercado global de quesos, leche en polvo y manteca, aunque no siempre aparece como marca visible para el consumidor.

El ingreso a la Argentina ocurrió en 2003, cuando Saputo compró Molfino Hermanos, entonces el tercer mayor procesador de leche del país. Pagó más de 50 millones de dólares. La operación también incluyó la marca La Paulina, una firma tradicional nacida en 1921 en Villa María, Córdoba. Esa marca se convirtió en la cara visible de Saputo en el país.

Desde entonces, Saputo se consolidó como el mayor procesador de leche cruda de Argentina. Procesa 3,65 millones de litros por día en sus plantas de Rafaela (Santa Fe) y Tío Pujio (Córdoba). Su participación alcanza el 12,5% del volumen industrial nacional. Ninguna otra empresa procesa tanto en el país.

La estrategia local tiene tres pilares: eficiencia operativa, integración vertical y vocación exportadora. Esa fórmula permite sostener competitividad, aún en contextos económicos adversos. En el país, Saputo tiene una de las operaciones más eficientes del grupo. Cada operario procesa en promedio 3.800 litros de leche por día.


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El modelo de integración vertical arranca en los tambos. Saputo trabaja con más de 600 productores de leche y controla cada paso hasta la distribución del producto terminado. Esa estructura permite mantener estándares de calidad y responder rápido ante cambios en la demanda interna o externa.

La empresa abastece al mercado local, pero también exporta a más de 30 países. Es el principal exportador de quesos de Argentina, especialmente de muzzarella. Además, comercializa leche en polvo, manteca, crema, caseína y proteínas de suero. La capacidad de exportación es clave en su negocio argentino.

El grupo no busca visibilidad pública en Argentina. Pocos consumidores saben que detrás de La Paulina está uno de los gigantes lácteos del mundo. La estrategia apunta a posicionar productos, no el nombre corporativo. En el supermercado, Saputo se disimula tras marcas familiares y confiables.

A nivel global, los resultados del ejercicio fiscal 2025 muestran una facturación de 14.308 millones de dólares canadienses (unos 10.200 millones de dólares). El crecimiento interanual fue del 11,8%, aunque reportaron una pérdida neta de 250 millones de dólares canadienses. El balance se vio afectado por un deterioro contable en Reino Unido y costos financieros.

La operación argentina, dentro de la División Internacional, enfrenta dificultades estructurales. La devaluación del peso no compensó la inflación. Según el balance, eso generó aumentos de costos en toda la cadena productiva, en particular en el precio de la leche cruda.

Además, la materia prima escasea. La disponibilidad de leche en Argentina bajó en los últimos trimestres. Esa escasez presionó aún más los costos. La combinación de menos leche y más gastos operativos afectó la rentabilidad de la filial local.

Las exportaciones también perdieron rentabilidad. La empresa señaló que la devaluación del peso fue más moderada que el año anterior. Eso impactó en los ingresos en pesos por ventas en dólares, especialmente en un país donde los costos están dolarizados, pero los ingresos no siempre.


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La compañía decidió reducir inversiones de capital para lo que resta del año. Ya ejecutó gran parte del plan estratégico global 2023–2025. Ese plan incluyó automatización, ampliación de capacidad industrial y mejoras en tecnología. El foco ahora está en generar caja libre.

Con esa caja, Saputo impulsa un programa de recompra de acciones. En el último trimestre, adquirió 1,2 millones de acciones propias. Gastó 32 millones de dólares canadienses. La recompra alcanza el 5% del capital accionario. Es una señal de solidez financiera pese al resultado negativo.

En Argentina, la presencia de Saputo es clave para el sector lácteo. Procesa más leche que cualquier otra empresa y exporta más que todos sus competidores. Pero el nombre Saputo es desconocido para la mayoría de los consumidores. Su perfil es bajo, pero su poder es alto.

La Paulina representa el rostro visible del grupo en el país. Con esa marca, Saputo logró instalarse en las góndolas de todo el país. Leche, manteca, quesos y crema llegan a millones de hogares argentinos bajo una etiqueta nacional, aunque la dueña sea canadiense.

La integración vertical le permite a Saputo dominar cada tramo de la cadena. Desde el tambor hasta la exportación, controla cada decisión. Es una ventaja estructural frente a otras firmas que dependen de terceros para procesar o distribuir.

Pese a las dificultades económicas, Saputo mantiene una fuerte presencia en el país. Su modelo se basa en productividad y control. Eso le permite resistir inflación, devaluación y escasez de insumos, incluso con rentabilidad en baja.

La historia de Saputo muestra cómo una empresa extranjera puede dominar un mercado nacional sin ser conocida por el público. No necesita marketing institucional. Le alcanza con eficiencia, volumen y marcas confiables.


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El caso Saputo es un ejemplo de cómo la globalización modifica los mercados sin que el consumidor lo note. Lo que parece local, muchas veces no lo es. Lo que parece argentino, puede ser canadiense.

El crecimiento de Saputo sigue atado a su capacidad de adaptarse a los contextos. En Argentina lo logró con integración, escala y foco exportador. Esa fórmula le permitió liderar en silencio.

En Villa María, Rafaela y Tío Pujio se produce buena parte de la leche que consumen los argentinos. Esa producción lleva un sello extranjero que pocos conocen. El poder económico va más allá de las banderas.

Saputo no solo domina el mercado lácteo argentino. También define los precios, la capacidad industrial y la pauta de exportación. Es un actor central para entender la cadena láctea nacional.

Mientras tanto, los consumidores siguen comprando La Paulina sin saber quién está detrás. El anonimato empresarial también es una estrategia. Saputo lo ejecuta con precisión.

El vínculo con los tambos le da un poder territorial enorme. Recoge leche de más de 600 establecimientos rurales. Eso le asegura materia prima diaria, a gran escala y bajo sus propias condiciones.

La eficiencia operativa lo distingue. Ninguna planta procesa más por operario que las argentinas del grupo. Saputo encuentra en Argentina una operación ejemplar en términos de productividad.

Pese a la pérdida global, la firma canadiense mantiene planes a largo plazo. Confía en la recuperación del negocio lácteo. Aunque baja inversiones, no se retira. Se ajusta, pero permanece.

En el mundo de los alimentos, las marcas cuentan. Pero el capital manda. Y Saputo, desde el silencio, manda mucho.

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