Una moda que se expande, turismo sin niños

Turismo03/06/2025Sergio BustosSergio Bustos
turismo sin niños
Turismo sin niños.

Cada vez más espacios en España prohíben el ingreso de menores. La tendencia incluye hoteles, bares, restaurantes y hasta visitas guiadas que solo aceptan adultos.

No se ven carteles en la calle. Pero los sitios web de estos espacios lo dejan claro. “Solo para adultos” es la frase que se repite en las reservas.

La práctica surgió en Corea del Sur en 2011. Desde allí, la idea se extendió por Europa, especialmente en destinos turísticos donde prima el silencio o el confort.

En España, el fenómeno ganó fuerza después de 2018. Murcia y Salamanca fueron las primeras ciudades donde aparecieron zonas “child free” en bares y restaurantes.

Hoy la tendencia se consolida en varias regiones. En hoteles de costa o en bares de grandes ciudades ya no sorprende la exclusión de menores.

Según el diario El Economista, el 8% de estos comercios no acepta niños. El límite se fija, en general, en 18 años. Se trata de una política directa.

Los sociólogos ofrecen varias explicaciones. Una de ellas apunta a “una gran permisividad con los niños en espacios públicos”, según el informe del sitio RFI.

Muchos adultos se quejan del ruido en bares. Otros mencionan el mal comportamiento de niños en restaurantes o espacios cerrados, incluso durante la semana.


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Otra mirada sugiere un abandono institucional. Algunos expertos afirman que “la sociedad se desentiende de las necesidades reales de los niños”.

El fenómeno genera polémica. Para algunos se trata de una opción válida. Para otros, representa una forma sutil de discriminación.

Los sitios que aplican la política no lo publicitan abiertamente. La información aparece en la letra chica de los menús online o en los formularios de reserva.

No hay normativa estatal que regule estos espacios. Cada comercio decide su política interna y debe informar al consumidor antes de cerrar la operación.

Los hoteles “solo adultos” ya existen hace años. Suelen ofrecer servicios premium, ambientes de relax y experiencias gourmet. No permiten niños en sus instalaciones.

Las agencias de turismo también aplican restricciones. Algunos tours avisan con anticipación que “no se aceptan menores”, sobre todo en experiencias nocturnas.

La tendencia no es exclusiva de España. Países como Italia, Francia y Alemania también registran un crecimiento en estos espacios.

En América Latina la situación es distinta. Las políticas child free aún no tienen presencia formal, aunque algunos hoteles las consideran a futuro.

El argumento central es el derecho al descanso. Los clientes buscan silencio, comodidad y experiencias sin interrupciones.

Muchos usuarios valoran esa posibilidad. “Pagué para descansar, no para escuchar berrinches”, expresó un turista en una encuesta online.


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El tema divide opiniones. Algunos padres consideran que se margina a las familias. Otros aceptan la lógica del negocio.

El debate también toca lo educativo. ¿Deben los niños aprender a comportarse en espacios compartidos o ser excluidos directamente?

Las redes sociales amplifican la discusión. Cada anuncio de un nuevo espacio “sin niños” genera apoyos, críticas y memes.

Algunas plataformas recopilan estos sitios. Existen listas de hoteles y bares que no permiten menores. Se comparten por WhatsApp y foros.

También aparecen zonas mixtas. Algunos lugares definen horarios familiares y horarios adultos. Así combinan ambas demandas sin excluir del todo.

Las asociaciones de consumidores no intervinieron. Consideran que cada comercio puede ofrecer el servicio que desee, mientras informe de forma clara.

Los psicólogos recomiendan evaluar el mensaje social. Excluir a los niños puede naturalizar la intolerancia o reforzar prejuicios generacionales.

La infancia requiere presencia en el espacio público. Limitar su participación puede tener efectos a largo plazo sobre la integración social.

Muchos comercios priorizan la experiencia del cliente. Esa lógica comercial justifica decisiones que afectan al conjunto de la comunidad.

Las zonas sin niños seguirán creciendo. La tendencia muestra una demanda concreta y un perfil de consumo que llegó para quedarse.

El desafío será equilibrar derechos. El descanso de unos no debería ser motivo de exclusión para otros. El debate recién empieza.

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