Entra carne brasileña mientras caen las exportaciones argentinas

Actualidad04/06/2025Sergio BustosSergio Bustos
carne
Entra carne de Brasil.

Las importaciones de carne vacuna crecieron con fuerza en los primeros meses del año. Argentina ingresó 4.718 toneladas, con picos alarmantes en abril. Ese mes se registraron 1.624 toneladas, el número más alto desde que se habilitó la compra externa.

Brasil concentra casi la totalidad de esos envíos. En abril, 1.294 toneladas fueron carne congelada con hueso y 70 toneladas carne fresca deshuesada. El país vecino representa el 85% de las importaciones actuales en esta categoría alimentaria.

La tendencia comenzó en 2023 con volúmenes pequeños. En octubre ingresaron 360 toneladas, en diciembre 863. Este año la cifra mensual se triplicó. El ingreso de carne brasileña muestra un patrón ascendente y sostenido, según registros oficiales.

Las importaciones implicaron una salida cercana a 4 millones de dólares mensuales. El precio promedio de compra fue de 2,5 dólares por kilo. “Con ese precio es imposible competir”, expresaron fuentes del sector cárnico nacional.

Cencosud sería el mayor importador de carne brasileña. Es la empresa propietaria de los supermercados Jumbo. El destino más frecuente de los cortes es el conurbano bonaerense, aunque también hay movimientos hacia otras regiones del país.


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En la Patagonia se mencionó a La Anónima como posible importadora. No existen registros oficiales en Senasa que lo confirmen. Si ingresó carne con hueso, sería ilegal. La barrera sanitaria por aftosa aún rige en esa región.

Brasil fue declarado país libre de aftosa sin vacunación. El nuevo estatus sanitario se conoció este jueves. Esto habilitaría las exportaciones de carne con hueso a más zonas, aunque la reglamentación local todavía no lo permite.

El dato coincide con una fuerte caída de exportaciones argentinas. Entre enero y mayo, el país vendió 223.400 toneladas. Representa un retroceso del 26,5% respecto del mismo período del año pasado, según datos del sector.

La pérdida de competitividad cambiaria perjudica al productor nacional. Argentina se volvió un país caro en dólares. Los frigoríficos pierden mercados porque no logran sostener márgenes frente a los precios internacionales.

Brasil tiene una industria cárnica moderna y muy eficiente. Sus empresas producen a gran escala con costos más bajos. “Les resulta fácil vendernos y difícil competirles”, admitió un operador argentino del sector.

En abril se produjeron 257.000 toneladas de carne vacuna. De ese total, 200.000 se destinaron al consumo interno. Las importaciones representaron solo el 0,6%, pero la preocupación no radica en el volumen sino en el cambio de tendencia.

“Si esto sigue creciendo se va a armar lío en el conurbano”, dijo un operador. Advirtió que el ingreso masivo de carne puede desplomar los precios del ganado en el mercado local. Pidió frenar el avance de esta política.

La situación se parece a lo que ocurre con el cerdo. En ese caso, las importaciones cuadruplican a las de carne vacuna. El impacto es mayor porque la producción nacional porcina es mucho más baja que la vacuna.


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Juan Uccelli, analista del sector porcino, fue categórico. “Las importaciones bajan el precio al productor, pero no al consumidor”, afirmó. Las grandes cadenas ganan margen sin trasladar esa diferencia a las góndolas, aseguró.

El negocio cierra para los supermercados. Importan barato y venden al mismo precio. Esto deteriora la posición de los productores locales, que no pueden colocar sus productos ni mantener niveles de rentabilidad aceptables.

El Gobierno no estableció límites claros a estas compras. Hasta ahora, no hay medidas concretas que regulen el ingreso de carne brasileña. Tampoco se promovieron acciones para recuperar la competitividad exportadora del sector.

Las ventas externas son clave para la industria. Permiten equilibrar precios, generar divisas y sostener el empleo. Sin mercados internacionales, la actividad ganadera pierde volumen, valor y proyección en el largo plazo.

El ingreso de carne extranjera afecta la cultura alimentaria local. La carne vacuna argentina no es solo un producto económico. Representa una tradición, una identidad y un símbolo nacional con fuerte carga simbólica.

Productores temen una profundización del problema. Si la situación continúa sin control, podría replicarse en otras carnes. “Ya nos pasó con el cerdo y con el pollo”, advirtió otro empresario.

La diferencia de costos entre países explica gran parte del fenómeno. Brasil produce con menos impuestos, menos presión fiscal y acceso a financiamiento. En cambio, Argentina enfrenta altos costos y distorsiones internas.

Los frigoríficos exportadores redujeron su actividad por falta de margen. Muchas plantas bajaron turnos o suspendieron operarios. El impacto ya se nota en el empleo rural y en las economías regionales ganaderas.

La cadena de ganados y carnes depende del equilibrio entre exportación y consumo interno. Sin exportaciones rentables, se pierde uno de los pilares de la sostenibilidad del sector. La importación rompe ese equilibrio.

El ingreso de carne con hueso genera otra alarma. Afecta directamente a las provincias patagónicas, donde rige una barrera sanitaria estricta. “Esto podría desatar un conflicto sanitario si no se controla”, alertó un técnico.


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Senasa debería reforzar sus controles en fronteras. Las autoridades no confirmaron operativos recientes sobre el ingreso de cortes importados. “No se puede flexibilizar sin consenso regional”, aclararon desde el organismo.

El mapa del negocio cárnico cambia rápido. Las decisiones políticas, los costos y los actores internacionales definen el destino del producto emblema argentino. Los productores reclaman reglas claras y previsibilidad.

El precio al mostrador no bajó a pesar de las importaciones. El consumidor no percibe un beneficio directo. La ventaja queda en manos de los grandes compradores, que concentran la comercialización nacional.

El Estado podría revisar su política comercial. También debería evaluar medidas de defensa para el mercado interno, como aranceles, cupos o certificaciones más exigentes para cortes extranjeros.

Los países vecinos aprovechan la crisis argentina. Paraguay y Uruguay también aumentaron sus envíos de carne al país. La debilidad macroeconómica favorece ese aprovechamiento externo.

El sector ganadero pide respuestas antes de una crisis mayor. La Argentina produce carne de alta calidad, pero necesita condiciones económicas estables para seguir siendo competitiva y sostenible en el tiempo.

El ingreso de carne brasileña marca un punto de inflexión. Productores, consumidores y autoridades deben discutir cuál será el rumbo de un sector estratégico para la economía, el empleo y la cultura nacional.

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