


Un nuevo episodio de violencia nocturna sacudió a la ciudad bonaerense de Colón cuando, en la madrugada del domingo, una patota de al menos tres agresores persiguió y derribó a Guido Ruiz, de solo diecisiete años, y lo castigó con puñetazos y puntapiés hasta dejarlo inconsciente. El incidente ocurrió sobre la calle 16, a escasos metros del boliche “Porteño”, y fue registrado en un video que ya obra en poder de la fiscalía local y circula entre los vecinos como testimonio del salvajismo.

En las imágenes —difundidas primero por redes sociales y luego aportadas a la causa— se advierte cómo el adolescente intenta huir, pero la superioridad numérica de los agresores resulta determinante: lo acorralan, lo tiran al asfalto y descargan una andanada de golpes dirigida a la cabeza y el torso, pese a los esfuerzos de la víctima por protegerse con los brazos. A los pocos segundos se incorporan otros cuatro jóvenes que observan la escena, pero no intervienen para frenarla.
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El resultado del ataque fue devastador: fractura de mandíbula, fractura nasal, pérdida de piezas dentales, hematomas múltiples y una lesión ocular de gravedad que mantiene en vilo a la familia, pues los oftalmólogos aún no pueden garantizar que recupere la visión completa. “No sabemos si volverá a ver bien; además están pendientes estudios de cráneo para descartar secuelas internas”, detalló Guadalupe Ruiz, hermana del chico, al diario La Opinión.
La familia sostiene que el episodio fue planificado y que existía un conflicto previo con los agresores, mayores de edad, quienes —según la denuncia— aguardaron la salida del adolescente para consumar la golpiza. A tal punto creen en la premeditación que describen el acto como “inhumano” y tildan a los autores de “asesinos”, palabras que reflejan la indignación que reina en el entorno de la víctima.
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La causa, radicada en la Fiscalía de Colón, avanza con el análisis cuadro por cuadro del video y la recolección de testimonios, mientras que la justicia ordenó allanamientos en los domicilios de los sospechosos para incautar la ropa utilizada aquella noche, elemento clave para cruzar con las imágenes. Hasta ahora no se concretaron arrestos, situación que alimenta la protesta de familiares y amigos.
El caso generó una ola de repudio que excede los límites de Colón y revive el recuerdo de agresiones grupales letales ocurridas en contextos de diversión nocturna —como la de Fernando Báez Sosa—, poniendo nuevamente bajo la lupa la seguridad en las zonas de boliches y la reacción tardía de los testigos. En todas las plazas céntricas de la localidad se organizan marchas con pasacalles que rezan “Justicia por Guido” y exigen medidas firmes.
Mientras tanto, el adolescente permanece internado con seguimiento de cirujanos maxilofaciales, traumatólogos y psicólogos, porque más allá de las lesiones físicas, los médicos advierten un fuerte impacto emocional que demandará acompañamiento prolongado. La recuperación incluye varias cirugías programadas, terapia de rehabilitación y controles oftalmológicos periódicos.
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Desde el ámbito municipal, las autoridades prometieron reforzar la presencia policial en la salida de locales bailables y elevaron un pedido al Ministerio de Seguridad bonaerense para que se instale un corredor seguro con cámaras de alta resolución y luz led en los puntos críticos de la vida nocturna. Sin embargo, los familiares de la víctima recalcan que “las cámaras sirven si después hay detenciones; no necesitamos promesas, necesitamos resultados”.
En paralelo, la fiscalía estudia la posibilidad de agravar la imputación debido a la alevosía y al daño permanente que podría ocasionar la pérdida de visión, lo que transformaría la causa en un intento de homicidio. La expectativa de la familia es que, con esas pruebas, los agresores no solo sean identificados sino también encarcelados a la brevedad.









