Fin del tema: Cruzar a Chile para comprar ya no será tan rentable

Actualidad22/06/2025Sergio BustosSergio Bustos
Largas filas en la frontera con Chile
Largas filas en la frontera con Chile.

La frontera se endurece y el “turismo de compras” tambalea. A partir del 1 de julio, cruzar a Chile con fines de consumo dejará de ser un trámite informal para convertirse en una operación bajo control estricto. La Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) oficializó un nuevo paquete de medidas que redefine por completo la lógica del cruce hacia el país trasandino. Quienes solían viajar a ciudades como Osorno, Temuco o Santiago en busca de ropa, perfumes o electrónicos a precios más bajos, ahora se encontrarán con un escenario mucho menos indulgente.

Las tarjetas de crédito y débito estarán bajo la lupa. Cada operación realizada en el extranjero será monitoreada en detalle por los bancos y comunicada a ARCA: número de tarjeta, monto exacto, país de origen, nombre del comercio y categoría del producto. Nada quedará librado a la interpretación. Incluso los consumos de los adicionales quedarán alcanzados por este seguimiento. “Se trata de un control exhaustivo que permite rastrear la conducta de consumo en tiempo real,” explicaron desde el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Santa Fe, uno de los primeros organismos en alertar sobre el impacto de la normativa.


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Pero eso no es todo. También se aplicarán nuevos límites de ingreso sin declarar: hasta 300 dólares por persona si se regresa por vía terrestre, y hasta 500 dólares si se vuelve por vía aérea. Superado ese monto, los artículos deberán declararse y abonar impuestos. Así, lo que antes se vivía como una ganga, podría ahora transformarse en una pérdida.

Algunos productos directamente no podrán pasar. La normativa prohíbe el ingreso de armas, drogas, explosivos, piezas arqueológicas y cualquier bien con fines comerciales o industriales. Aunque se mantiene la posibilidad de traer un celular, una notebook o una tablet de uso personal, el resto de los artículos estarán más vigilados que nunca.

El objetivo oficial es claro: frenar la salida de divisas, formalizar el comercio y reducir la brecha fiscal. Pero en los hechos, la medida impacta de lleno en una práctica muy instalada entre los habitantes del sur argentino. Para muchos neuquinos, el cruce a Chile representaba mucho más que un simple viaje: era una rutina económica, una estrategia familiar para abaratar costos, una salida que ofrecía ventajas concretas frente a la inflación local.


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Ahora, esa lógica cambia. Quienes quieran seguir viajando deberán adaptarse a una nueva realidad. Tendrán que guardar tickets, llevar un registro detallado de lo comprado y cruzar los dedos para no pasarse del límite. Cualquier desliz puede traducirse en retención, impuestos o hasta multas.

El impacto no será solo individual. Muchas agencias de viaje, transportistas y comerciantes que operaban en torno a este circuito informal verán resentido su flujo de trabajo. Lo mismo ocurrirá con los pequeños vendedores que hacían de “mulas” modernas trayendo productos por encargo desde el país vecino. Con menos márgenes y más controles, el negocio se achica.

No es la primera vez que el cruce a Chile se complica. Durante gestiones anteriores, los controles se intensificaron con resultados dispares. Lo que cambia ahora es la profundidad tecnológica del monitoreo. Las tarjetas, una vez aliadas del comprador discreto, se transforman en delatoras perfectas.


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Queda por ver cómo reaccionará el consumidor. ¿Buscará nuevas rutas? ¿Apostará al mercado interno? ¿Esperará una reversión de las medidas? Lo cierto es que el cruce por los pasos neuquinos ya no será lo que era.

La cordillera no se movió, pero la frontera comercial sí. Y lo que parecía un paseo rentable, ahora se volvió una apuesta de riesgo. Muchos se preguntan por el libre mercado, que era lo que se pregonaba. ¿Y la libertad?

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