
Casi medio sueldo se va en impuestos: trabajan medio año solo para el Estado
Actualidad23/06/2025

Cobrás y ya perdés la mitad. Según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), la carga tributaria se lleva entre el 47,3% y el 49,9% del ingreso total.

No importa si ganás $1.500.000 o $7.100.000. La diferencia de presión fiscal entre salarios bajos y altos no supera los 2,6 puntos porcentuales.
“Trabajás hasta julio para pagar impuestos”, advierte el informe. El “Día de Independencia Tributaria” llega entre el 22 de junio y el 1º de julio.
Es decir que necesitás entre 173 y 182 días para cumplir con el Estado. Y recién después, el ingreso empieza a ser realmente tuyo.
La investigación evaluó cuatro perfiles salariales. En todos los casos, el Estado se queda con casi la mitad del sueldo, a través de impuestos directos e indirectos.
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Ganás, gastás, y el fisco está en cada paso. Aportes personales, IVA, impuestos a los combustibles, ingresos brutos, tasas y contribuciones: todo suma, sin piedad.
El sistema castiga más al que menos gana. El trabajador con el ingreso más bajo analizado paga proporcionalmente más que el de mayor salario.
El caso 1 tributa 13,7% en aportes personales. El caso 4, con ingresos un 360% mayores, apenas 6,3%. Una diferencia que no pasa inadvertida.
“El sistema es regresivo”, concluye el IARAF. Los impuestos no suben en igual proporción que los ingresos. Y el peso cae con más fuerza sobre la clase media.
El castigo no termina en el recibo de sueldo. Los impuestos al consumo profundizan la inequidad. Todos pagan el mismo IVA en la góndola.
A mayor poder adquisitivo, menor impacto relativo. El informe muestra que los perfiles altos soportan menos carga por consumo que los de ingresos más bajos.
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Un trabajador de $1.500.000 de ingreso total aporta más que uno de $7 millones. La diferencia está en los aportes y en la composición del consumo.
Los números revelan una postal dura. Ganás más, pero el sistema no castiga. Ganás menos, y sentís cada peso que se va.
No se trata solo de cuánto se paga, sino de a quién se le exige más. El informe plantea que el sistema tributario argentino no promueve equidad.
El sueldo se achica desde la cuna hasta la góndola. Las cargas comienzan con el primer aporte y no paran hasta el último centavo del supermercado.
En la práctica, el salario disponible real es mucho menor. Casi la mitad del esfuerzo anual se destina al sostenimiento del aparato estatal.
El problema no es solo el volumen, sino su estructura. Quien menos gana paga más en proporción y no recibe el mismo nivel de servicios.
El Estado absorbe mucho y devuelve poco. La presión fiscal no siempre se traduce en salud, educación, o infraestructura.
Mientras tanto, el asalariado mira su recibo y se pregunta a dónde va la plata. La sensación de injusticia crece, y la respuesta nunca llega.








