
La deuda ahoga a Aconcagua Energía y pone en pausa su operación petrolera
Actualidad25/06/2025

Aconcagua Energía atraviesa una situación financiera muy comprometida. La compañía acumula una deuda de $447.604 millones, según el informe que presentó a la CNV el pasado 19 de junio. El pasivo representa casi el total de su activo y supera ampliamente su patrimonio neto, que cayó a $25.898 millones.

La empresa no pudo sostener el equilibrio financiero en medio de un contexto cambiario adverso. Entre marzo y junio, el tipo de cambio oficial saltó de $1.074 a $1.160. Ese movimiento golpeó directamente sus obligaciones en dólares, que quedaron muy por encima de su capacidad de pago.
Más de la mitad de la deuda corresponde a obligaciones negociables, por un total de $228.027 millones. A eso se suman deudas comerciales, impositivas y financieras: $91.000 millones por adquisiciones diferidas de activos, $28.000 millones a proveedores, más de $25.000 millones por anticipos de clientes y otro tanto por impuestos impagos.
En los próximos 12 meses vencen compromisos por $194.595 millones. El cronograma inmediato incluye pagos por USD 10 millones en julio y otros USD 20 millones en septiembre. Según el balance, la empresa contaba con solo USD 6,1 millones en caja al 10 de junio.
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La caída operativa también preocupa. En el último año, la producción de petróleo cayó un 12%, mientras que la de gas bajó un 96%. La empresa opera 13 áreas en Neuquén, Río Negro y Mendoza, pero varias de ellas quedaron inactivas o con actividad reducida.
Aconcagua contrató a la banca VALO Columbus y al estudio Tavarone, Rovelli, Salim & Miani para iniciar un proceso de reestructuración. El objetivo principal es lograr un acuerdo “standstill” con los acreedores, que permita suspender temporalmente los pagos y evitar una escalada legal.
El default técnico ya comenzó. El 17 de junio, Aconcagua no pagó los intereses correspondientes a su serie de obligaciones Clase VII. Las calificadoras reaccionaron de inmediato. Fitch bajó su nota a CCC-, FIX SCR la rebajó de A- a BBB+ y Moody’s Local la dejó en CCC.ar.
La empresa también canceló un intento de emisión internacional por USD 250 millones. No logró cerrar acuerdos con inversores institucionales a tasas por debajo del 12%, en un mercado saturado por emisiones de compañías como Pampa Energía y Pluspetrol.
El golpe financiero paralizó su plan de inversiones. Hasta hace pocos meses, Aconcagua proyectaba destinar USD 260 millones al crecimiento de sus operaciones hasta 2028. Hoy, ese plan está suspendido. Los fondos no están, y el acceso al crédito sigue restringido.
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El presente está marcado por la incertidumbre. Aconcagua intenta negociar, evitar litigios, y mantener sus operaciones mínimas activas. Su estructura operativa incluye producción de crudo, generación eléctrica y servicios técnicos, pero gran parte de esa actividad depende de recomponer la estructura financiera.
El origen de la empresa se remonta a 2015, cuando Diego Trabucco y Javier Basso —ex ejecutivos de YPF— fundaron la compañía con un perfil independiente y una estrategia diversificada. El objetivo era consolidarse como operador mediano en petróleo y gas, sumando renovables. Hoy, ese esquema está en pausa.
El acceso al mercado de capitales fue una de sus herramientas de expansión. Emitió deuda en el mercado local y en el exterior. Pero el deterioro macroeconómico, el salto del dólar y la falta de previsibilidad afectaron su capacidad de refinanciarse.
Por ahora, el foco está puesto en evitar un colapso. La empresa busca tiempo para reordenar pagos, sostener empleos y mantener activos sus principales yacimientos. Si no logra un acuerdo con bonistas, podría enfrentar reclamos judiciales y procesos concursales.
La situación de Aconcagua expone las dificultades que atraviesan muchas compañías medianas del sector energético. Altos costos, baja producción, dificultad para financiarse y un contexto externo que no acompaña. Para muchas, la estabilidad todavía está lejos.








