

En un rincón polvoriento de Irak, la arqueología acaba de entregarle a la música un regalo impensado: una lira de hace 4500 años volvió a sonar. El instrumento, fabricado con madera, oro y piedras preciosas, salió a la luz en una tumba real sumeria, y se convirtió en el cordófono más antiguo que se conserva.


El hallazgo ocurrió en Ur, una ciudad-estado de la antigua Mesopotamia. Allí, entre el 2600 y el 2500 a.C., los soberanos eran enterrados con lujos, armas, joyas y músicos. Literal. En las Tumbas Reales de Ur, los arqueólogos encontraron cadáveres ornamentados, copas de metal, restos de animales y una serie de instrumentos que marcaron un antes y un después en la historia musical.
La excavación no es nueva, pero sigue sorprendiendo. Fue dirigida entre 1922 y 1934 por Leonard Woolley, un británico que removió siglos de polvo para sacar a la luz una historia cargada de símbolos, melodías y sangre. En total, Woolley identificó 16 tumbas reales. Y en ellas, cuatro liras aparecieron casi intactas.
La más impresionante es la Lira de la Reina, hallada en la tumba de Puabi, una monarca rodeada de sirvientes sacrificados. Junto a ella, había diez mujeres con joyas. Una de ellas estaba tendida con las manos colocadas justo donde habrían estado las cuerdas del instrumento. Todo indica que murió tocando.
OTRAS NOTICIAS
El cuerpo de la lira se había desintegrado, pero su forma quedó impresa en el suelo. Woolley la recuperó vertiendo yeso sobre la cavidad que dejó la madera descompuesta. Ese gesto permitió reconstruir su diseño original y conservar su ornamentación: lapislázuli, concha, piedra caliza roja y betún.
La cabeza de toro que corona la lira es una obra de arte. Está chapada en oro, con ojos oscuros, barba rizada y una mirada fija. Aunque los cuernos fueron restaurados con materiales modernos, la máscara dorada original se recuperó a pesar de haber estado aplastada durante siglos.
Pero la belleza no termina ahí. Un panel frontal narra escenas míticas: un águila con cabeza de león, toros entre colinas, un león que ataca a su presa. Son símbolos religiosos, escenas del más allá, mensajes políticos y místicos incrustados en madera y resina.
La música no era entretenimiento en Sumeria. Era un acto religioso. Se usaba para funerales, ofrendas, cultos, himnos. Las tablillas cuneiformes encontradas en Ur mencionan músicos, fiestas, procesiones. Y detallan qué se cantaba y cómo.
OTRAS NOTICIAS
Las once clavijas doradas que sostenían las cuerdas de la lira siguen ahí. Algunas han sido restauradas, pero mantienen su lugar. Gracias a eso, y a las investigaciones posteriores, el instrumento pudo volver a tocarse.
Hoy, la Lira de la Reina es mucho más que un objeto arqueológico. Es un puente entre la música, la historia y el ritual. Su sonido—reconstruido por expertos—permite escuchar, aunque sea por segundos, la misma vibración que acompañó a una reina sumeria en su último viaje.
El hallazgo también abrió nuevas preguntas sobre el rol de las mujeres músicas, sobre la práctica de los sacrificios funerarios y sobre la relación entre arte y poder en las primeras ciudades del mundo.
Las liras de Ur son las primeras de su tipo en toda la historia de la humanidad. Se las vincula con representaciones egipcias y anatolias, lo que sugiere una red de influencias musicales en el antiguo Cercano Oriente.
No es exagerado decir que este instrumento es la voz más antigua que puede escucharse hoy. Un testimonio sonoro que viajó 45 siglos para hablar en presente.

















