

El invierno llegó, pero el agua no. El río Chubut atraviesa uno de sus peores momentos hídricos en plena estación fría, con un caudal cada vez más bajo y sin nieve en la cordillera que garantice reservas para los meses venideros.

La imagen es preocupante. Productores del Valle Inferior observan cómo el cauce se achica y la sequía comienza a amenazar la próxima temporada de riego. “Esto ya lo vivimos en 2022 y no queremos repetirlo”, advierten desde 28 de Julio.
En esa zona, ubicada al oeste de Trelew, el paisaje cambió en pocas semanas. Lo que antes era un río que sostenía la producción forrajera, hortícola y ganadera, hoy muestra bancos de arena expuestos y tramos con escaso movimiento de agua.
La situación se torna más delicada si se suman los datos del Comité de Cuenca del río Chubut. Desde 2010, los caudales anuales están por debajo del promedio, y el panorama no muestra señales de mejora.
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Natalia Pessacg, investigadora del CONICET, explicó que “la precipitación en la naciente del río fue un 85% menor que lo normal en el último año”. En el río Senguer, que también abastece parte de la cuenca, la baja fue del 55%.
La científica no dudó en vincular el fenómeno con el cambio climático. “Hay una disminución sostenida en los eventos de lluvia y nieve, que no es casual ni momentánea”, aseguró.
A la falta de precipitaciones se suma el uso sostenido del agua para la generación hidroeléctrica. El dique Florentino Ameghino continúa liberando caudal para mantener en marcha las turbinas, aunque no es época de riego.
Jorge Peruzzoti, productor del Valle, aseguró que “la situación es grave porque seguimos consumiendo agua del dique, pero no estamos recargando la cuenca”. Por eso, se volvió urgente encontrar estrategias preventivas.
Productores de distintas localidades ya mantuvieron reuniones con el Instituto Provincial del Agua (IPA) y la Compañía de Riego. Plantearon la necesidad de planificar escenarios críticos para primavera y verano.
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El antecedente inmediato fue la sequía de 2022, cuando se declaró la emergencia hídrica en toda la región. Entonces, el suministro para riego y consumo humano se sostuvo con dificultad, y muchos cultivos no resistieron.
El informe presentado en ese momento por el grupo técnico de cuenca advertía que las condiciones de base ya venían deterioradas. Hoy, esas advertencias reaparecen con fuerza.
En la naciente del río Chubut, ubicada en la zona cordillerana, la nieve brilla por su ausencia. Las imágenes satelitales confirman que los glaciares retroceden y las lluvias no compensan la pérdida.
“Indudablemente, esto va a afectar la cantidad de agua disponible en todo el sistema”, insistió Pessacg. La tendencia negativa podría continuar incluso si el próximo trimestre trae algunas lluvias.
El caudal no solo garantiza la producción. También abastece a ciudades como Gaiman, Dolavon y Rawson, además de alimentar redes de agua potable, canales de riego y reservorios municipales.
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La reducción del caudal impacta en todos los niveles: lo productivo, lo social y lo ambiental. No es solo un problema del campo, sino de toda la cuenca y su población.
Algunos productores propusieron disminuir transitoriamente la actividad de las turbinas del Ameghino para conservar el recurso. Otros plantean ordenar los turnos de riego y modernizar canales para reducir pérdidas.
Mientras tanto, los canales se vacían, los cultivos se retrasan y las preocupaciones crecen. El agua que no cae ahora se extrañará en los meses más críticos.
El río, que cruza de cordillera a mar, refleja hoy el impacto de un clima cada vez más extremo. La Patagonia ya no puede dar por sentado su invierno húmedo.









