Argentina apuesta fuerte al uranio con 18 proyectos y un plan nuclear que sacude el tablero energético

Actualidad24/07/2025Sergio BustosSergio Bustos
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El uranio en la mira de Nación.

Argentina se lanza de lleno al mercado del uranio con 18 proyectos y un plan nuclear ambicioso. El objetivo: dejar atrás la dependencia de importaciones, reactivar la industria y posicionarse como exportador global.

La Comisión Nacional de Energía Atómica lidera la estrategia, bajo el paraguas del Plan Nuclear anunciado por Javier Milei en diciembre. Con aval del OIEA, el programa busca duplicar la capacidad instalada y atraer inversión extranjera.

La primera fase incluye la construcción de un reactor SMR ACR-300 en Atucha, diseñado por INVAP. “Es más seguro, económico y adaptable a zonas con poca energía”, destacan desde el sector técnico.

La segunda fase apunta a garantizar el abastecimiento local de uranio y generar saldos exportables. De los 18 proyectos mineros, 14 se ubican en la Patagonia. Ocho están en Chubut, donde sobresale Cerro Solo, la mayor reserva del país.

Laguna Salada también se perfila como proyecto de interés, mientras que Amarillo Grande, en Río Negro, ya figura como la estimación más alta de recursos NI 43-101 en suelo argentino, impulsado por Blue Sky Uranium y Abatare Spain.


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La reactivación minera llega en un contexto global agitado. La demanda de uranio sube por la transición energética y el crecimiento de tecnologías como la inteligencia artificial, que exigen suministro eléctrico constante.

Según estimaciones oficiales, Argentina necesitará 1,25 millones de libras de U3O8 en 2025. Es más del doble de lo que hoy se importa. Con reservas propias, las tres centrales nucleares podrían cubrirse por más de diez años.

Cerro Solo y Amarillo Grande, en caso de avanzar, permitirían exportar excedentes. Los cálculos más optimistas hablan de inversiones millonarias y un impacto positivo en la balanza comercial.

YPF Nuclear entra como nuevo jugador con peso propio. La empresa busca explotar yacimientos en Mendoza y Chubut, con un modelo integrado que combina minería y tecnología SMR. El enfoque marca un giro estratégico para la compañía.

Empresarios como Eduardo Eurnekian apuestan a largo plazo. A través de Blue Sky Uranium, promueven acuerdos de abastecimiento que garanticen continuidad para el sector local y vinculación con mercados internacionales.

Los beneficios potenciales son múltiples: hasta 5.000 empleos, inversión sostenida y dinamismo regional. Patagonia aparece como epicentro, aunque las tensiones con las leyes mineras locales ya generan debate.


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Chubut mantiene restricciones a la minería a cielo abierto, lo que condiciona varios proyectos. Mendoza, por su parte, evalúa el relanzamiento de Sierra Pintada, aunque persisten obstáculos técnicos y ambientales.

La mayoría de los proyectos aún está en etapa de exploración. Ninguno inició producción y los plazos más realistas empujan la comercialización más allá de 2030.

Pese a los límites, el sector confía en el potencial argentino. La combinación de recursos geológicos, tecnología nacional y demanda global marca un escenario favorable para reposicionar a la industria nuclear.

“No hay transición energética sin energía firme”, repiten desde la CNEA. El uranio vuelve al centro de la agenda, entre expectativas, inversiones y tensiones ambientales.

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