Aniversario #LA17 | Horacio Cabito con la pasión intacta, a los 90, dedicada al atletismo y a Madryn

27/07/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
horacio CAbito
horacio CAbito

“El atletismo me dio vida”, dice Horacio Cabito con una lucidez que emociona. En el marco del aniversario de #LA17, lo visitamos a días de cumplir los 90 años, en su casa en Puerto Madryn que estba llena de trofeos, medallas y camisetas que narran una vida consagrada al deporte. Nacido en Tigre el 12 de junio de 1935, su primer contacto con el atletismo surgió a los 19 años, cuando salía del trabajo y se entrenaba en una cancha cercana. “Siempre me gustó el deporte, desde chico. Leía El Gráfico y soñaba con estar en un Sudamericano”, recuerda.

Puerto Madryn lo recibió en 1973, en busca de trabajo, y con el tiempo se convirtió en el escenario donde desplegó su legado. Durante los primeros años, priorizó estabilizarse económicamente, pero luego volvió a entrenar y entendió que la ciudad necesitaba algo más. “Vi que no había deporte. Entonces me fui a ver a Nelson Abrani y le dije: ‘quiero formar la escuela municipal de atletismo’”, cuenta con orgullo. Así nació una pista de tierra en Juan Muzio, con el apoyo de la Dirección de Deportes. Más tarde, gracias a gestiones personales, Vialidad construyó la pista asfaltada actual.

Trofeos de Goracio Cabito


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“Corrí todas las pruebas de pista, desde los 100 metros hasta la maratón”, asegura. Sin entrenadores sofisticados ni equipamiento especial, supo ganar espacio a fuerza de voluntad. “Antes el entrenamiento era muy simple: fondo, series y nada más. Corríamos con lo que teníamos”, explica. Una de sus primeras medallas llegó en 1959, en una posta olímpica en Villa Domínico. Su especialidad fueron los 3000 con obstáculos, disciplina que eligió cuando vio que pocos se animaban. “Hace más de 35 años que la corro”, afirma.

Medalla de Horacio Cabito

Los mundiales máster llegaron después: Sudáfrica en 1997, San Sebastián en 2003, Brasil y Lyon, donde consiguió un tercer puesto. Cada viaje implicó un esfuerzo económico que cubrió de su bolsillo. “Nunca tuve ayuda. A veces nos daban algo para el gasoil, pero todo fue por cuenta propia”, reconoce. Las anécdotas son infinitas: desde los entrenamientos con fiebre en África hasta los podios en España. “Traer una medalla de un mundial fue cumplir un sueño. A los 70 y a los 80 años se me dio”, dice, con el mismo entusiasmo de un debutante.


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Horacio Cabito entrevistado por LA17

La pista municipal fue su segundo hogar. Allí formó generaciones enteras de atletas y vio cómo el atletismo ofrecía una opción sana a chicos sin rumbo. En un torneo local llegaron a participar 180 chicos. “Entregábamos copas, organizábamos torneos mensuales, hacíamos reuniones con los padres. La idea era que los chicos tuvieran una alternativa”, explica. Su hija Noelia también corrió, aunque una injusticia deportiva la alejó del atletismo. “No la llevaron a un campeonato argentino y se desilusionó. Después se dedicó al modelaje”, relata.

Hoy, Cabito sigue entrenando. Su próximo objetivo es el Máster de Entre Ríos en septiembre, donde planea competir en al menos siete pruebas. “Sé que corro con ventaja al entrar justo en la categoría 90”, analiza, sin perder la autocrítica ni el humor. Corre desde 1956, cuando participó de su primera maratón en Nueva Chicago. “Cumplí 69 años corriendo. Habré hecho más de tres vueltas a la Tierra en kilómetros”, calcula con precisión.


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Su historia se mezcla con la de Madryn. La ciudad lo conoce, lo saluda, lo respeta. “Cada cuadra alguien me grita ‘¡Cabito!’ desde la vereda de enfrente. Algunos ya son abuelos y me dicen que corrían conmigo”, cuenta entre risas. Muchos de sus alumnos siguen compitiendo, como el doctor Diego Carmona, que llegó a romper récords provinciales. “El atletismo es todo, como la familia. Es lo que me dio salud y sentido”, resume. Sus palabras no son una despedida. Son una invitación.

Medalla de 1959 de Horacio Cabito

“Que hagan deporte. El atletismo es la base de todo. Si después se van a otro deporte, bien. Pero empezar por acá, porque el atletismo te da aire y te forma”, dice al cerrar la charla. Mientras organiza sus trofeos y planea su próxima carrera, Cabito sigue corriendo. Contra el reloj, contra sí mismo, y siempre a favor de la vida.

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