

El primer registro de una ballena franca austral muerta en 2025 fue confirmado este lunes 28 de julio en las costas de Puerto Madryn. El ejemplar, un ballenato de pocos días de vida y 4,45 metros de longitud, apareció sin vida en Playa Kaiser, una zona habitualmente visitada por estos mamíferos durante su temporada reproductiva.


Guardaparques municipales acudieron al lugar y procedieron a cercar el área para preservar el cuerpo y evitar el ingreso de personas o animales. Según informaron desde el programa REFAUNAR, el ballenato se encontraba en un estado relativamente fresco al momento del hallazgo, lo que permitió la recolección inmediata de muestras biológicas.
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Si bien las causas de la muerte aún no están claras, se activaron los protocolos habituales de estudio para este tipo de eventos. Las muestras serán procesadas para evaluar la posibilidad de enfermedades, parásitos, contaminación química o efectos de biotoxinas marinas, aunque desde la organización advirtieron que incluso con una necropsia completa no siempre se logra una conclusión certera.
La preocupación en la comunidad científica es latente, especialmente tras lo ocurrido en temporadas recientes. En 2023 se contabilizaron 41 ballenas muertas, y en 2024 la cifra trepó a 71, en el marco de un evento de intoxicación por biotoxinas marinas que afectó a ejemplares en la Península Valdés.
El monitoreo de las costas patagónicas continuará durante toda la temporada, con especial atención en la aparición de nuevos casos. Las primeras semanas de agosto suelen marcar el punto de mayor concentración de ballenas en la región, por lo que las tareas de vigilancia se intensificarán.
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Organismos públicos y ONG ambientales trabajan en conjunto para actualizar los registros de varamientos y brindar información sistemática al CONICET y otras entidades especializadas. Estas estadísticas son clave para detectar patrones, evaluar riesgos y diseñar planes de protección más eficaces.
Puerto Madryn es uno de los principales destinos de avistamiento de ballenas en el mundo, y cualquier alteración en el comportamiento o en la tasa de mortalidad de la especie tiene consecuencias tanto ecológicas como turísticas. Cada ballena franca austral representa un eslabón crítico en el ecosistema marino del Atlántico Sur.
La aparición temprana de un ballenato muerto genera incertidumbre sobre la evolución de la temporada 2025. Aunque podría tratarse de un caso aislado, las autoridades mantienen la alerta ante la posibilidad de un nuevo episodio de mortandad masiva.

















