La ruta Wixárika, la primera tradición indígena viva en ser Patrimonio Mundial de la Unesco

Según un informe del podcast Escala en París de Radio Francia Internacional, la Unesco declaró como Patrimonio Mundial a la Ruta Wixárika, un extenso camino de peregrinación sagrado que los pueblos indígenas huicholes transitan desde hace siglos. Por primera vez, se reconoce como patrimonio no un sitio arqueológico ni una construcción histórica, sino una tradición viva, en movimiento, profundamente vinculada a la naturaleza y a la espiritualidad de quienes la caminan.

La ruta abarca más de 500 kilómetros y atraviesa una veintena de puntos sagrados repartidos entre los estados mexicanos de Zacatecas, Durango, Jalisco, Nayarit y San Luis Potosí. En cada tramo, las comunidades wixárika dejan ofrendas como velas, jícaras y flechas, y celebran su vínculo con elementos centrales de su cosmovisión: el maíz, el águila real, el venado y el peyote.

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“La Unesco no había inscrito hasta ahora una ruta viva, una ruta que los pueblos originarios transitan para expresar sus creencias ancestrales y su conexión con la naturaleza”, afirmó Francisco Vidargas, del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. El recorrido a Wirikúta, sitio principal de esta peregrinación, está guiado simbólicamente por el Venado Azul, figura espiritual que representa el equilibrio y la armonía.

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La candidatura fue impulsada por el propio pueblo wixárika, con el apoyo de asociaciones civiles y autoridades mexicanas, en un proceso que comenzó en 1998. El enfoque original buscaba proteger la biodiversidad de la zona, pero con el tiempo se amplió para incluir la dimensión cultural y espiritual que sustenta esta práctica ancestral.

Vidargas explicó que “esta inscripción representa para los wixárika un acto de justicia, no solo del Estado mexicano, sino de toda la humanidad”. Además de garantizar mayor visibilidad, el nuevo estatus brinda acceso al Fondo de Patrimonio Mundial y a recursos técnicos que podrían fortalecer la protección del territorio frente a amenazas como el turismo masivo y las concesiones mineras.

El riesgo más latente se ubica precisamente en Wirikúta, un sitio de profunda significación ceremonial que ha sido codiciado por empresas mineras. Si bien existen marcos legales que impiden la extracción, las comunidades alertan sobre posibles retrocesos. Esta nueva protección internacional, esperan, les servirá como argumento adicional en la defensa de su territorio.

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Pero el reconocimiento también trae un riesgo: que el aumento de visitantes dañe el equilibrio del entorno. “Hay que evitar que esto se convierta en un regalo envenenado. Sitios como Chichén Itzá o Machu Picchu ya están saturados por el turismo y han sufrido consecuencias graves”, advirtió Vidargas, y agregó que la ruta wixárika transita zonas extremadamente frágiles que no toleran aglomeraciones ni intervenciones agresivas.

Los huicholes no buscan convertir su camino espiritual en una atracción, sino garantizar su continuidad. El peyote, una planta sagrada para ellos, no es una curiosidad alucinógena: es símbolo de sanación, de guía y de vida. “Proteger el peyote es proteger su cultura”, sostuvo el director de Patrimonio.

La inscripción de esta ruta no solo preserva un paisaje o una costumbre. Reconoce un modo de estar en el mundo que valora el equilibrio entre lo humano y lo natural, entre lo ancestral y lo presente. En tiempos de devastación y ruido, los pasos silenciosos de los wixárika ganan la escucha que tanto merecían.

Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional