

El boxeo argentino y todo el país lloran la muerte de Alejandra “Locomotora” Oliveras, quien falleció este lunes a los 47 años tras permanecer internada durante quince días en el hospital Cullen de Santa Fe. Su estado de salud se había agravado luego de sufrir un accidente cerebrovascular isquémico.


El director del Instituto José María Cullen, Bruno Moroni, confirmó que el deceso se produjo como consecuencia de un “shock con hipoxemia severa que desencadenó en un paro cardiorrespiratorio refractario”. La noticia sacudió al mundo del deporte, que reconocía en Oliveras a una de las figuras más queridas y combativas del boxeo nacional.
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Este martes el cuerpo será velado en la Legislatura de Santa Fe de 17 a 21 horas, donde el público podrá acercarse a rendirle homenaje. Previamente, familiares y seres queridos se reunirán en una casa velatoria privada para despedirla en la intimidad.
La familia había decidido no realizar un velatorio público, pero más tarde cambió de parecer para permitir que sus fanáticos también puedan decirle adiós. El miércoles, desde las 10 de la mañana, los restos de la excampeona serán cremados en el cementerio municipal de Santa Fe.
Alejandra Oliveras fue seis veces campeona del mundo en distintas categorías, una marca inédita para una boxeadora argentina. Su estilo combativo arriba del ring y su fuerte personalidad fuera de él la convirtieron en un ícono popular del deporte femenino y una referente indiscutida en barrios y gimnasios de todo el país.
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Nacida en El Carmen, provincia de Jujuy, construyó una carrera cargada de épica, esfuerzo y carisma, ganándose el apodo de “Locomotora” por su potencia y determinación inquebrantable. Fue campeona mundial en peso pluma, superligero y ligero, entre otras divisiones, y mantuvo una relación cercana con la gente incluso tras su retiro.
Oliveras deja una huella imborrable no solo por los cinturones ganados, sino por su historia de vida marcada por la superación y la entrega absoluta a su pasión. Su recuerdo quedará vivo en quienes la vieron subirse al ring con los puños cargados de sueños y coraje.
















