
Cesar González es una de las voces más lúcidas de nuestra Argentina actual
Enfoques16/08/2025
REDACCIÓN
Cesar González es una de las voces más lúcidas de nuestra Argentina actual. Una voz forjada a fuerza de exclusión: pobreza, calle de la brava, reclusión, lecturas, arte y preparación autodidacta. En un mundo que le reserva a gran parte de la sociedad, con suma hipocresía, el nicho de la marginalidad, González logra romper la norma. Pero no se olvida de su génesis y vindicando su linaje realiza su obra poética, su ensayística, su cine y, en este caso, su narrativa situada.


“El niño resentido” es el relato de su cuna. De su propia vida que es la de tantos. De la consciencia de que “el ciudadano proyecta en el villero las peores perversiones”. La historia de un pibe que buscó la veneración de los suyos en el camino de la delincuencia; los símbolos del estatus en la ropa de marca, cadenas y relojes de oro. Un pibe que sentía que su final era morir joven, pistola en mano, como alguno de sus amigos, en un destino que le pasó bien cerca.
OTRAS NOTICIAS:
Hijo mayor de una piba adicta, con los mismos problemas que él tuvo y de un padre vivo pero ausente, con tantos bollos, remiendos y abismos como el resto. Con una abuela devota que en parte fue su salvación, y hermano de varios hijos del mismo y de otro padre.
Una ¿novela? ¿crónica? ¿diario de vida? No importa. Querer catalogar este libro tan duro como vital; tan implacable como templado, que pone en foco central los resultados sociales de los catastróficos años 90 que llegan hasta nuestra actualidad y se profundizan, es una gilada.

“Rengo yeta” arranca en donde dejó “El niño resentido”. Cesar González se encuentra encerrado en un instituto de menores, convaleciente de varias heridas de bala. Le pasó raspando a la muerte. No es la primera vez. Pero la Parca parece no quererlo, lo rechaza, aunque por momentos González la abrazaría con gusto.
Tiene 16 años y la libertad se escucha demasiado cerca, convirtiendo el encierro en un infierno más doloroso. Mientras el cuerpo pide, en su abstinencia, cocaína, poxirrán y pastillas.
A través de las rejas: las voces de otros pibes que habitan la jungla concentracionaria, agrupados en dos bandos que ranchean separados y que disputan el control del espacio y lo que en el circula. Pesa sobre Cesar una causa densa, que promete muchos años de encierro. Encima, en la cárcel, los rengos son yetas. Por lo tanto deberá aprender los códigos que le permitan sobrevivir sin convertirse en sirviente de los más fuertes. Y, a pesar de su debilidad, jamás demostrar miedo, pararse de manos ante las amenazas, atacar antes de que lo madruguen…
OTRAS NOTICIAS:
Por suerte, la enfermería a la que lo trasladan, por un rato, es una extraña isla a la que llega atenuada la violencia de los pabellones. Pero, cuando refugien allí a un par de adolescentes de clase alta acusados de asesinar a otro pibe, la desigualdad y la injusticia se hacen tan patentes como insoportables.
A partir de esta experiencia, con una prosa directa y sin concesiones, González nos presenta un submundo que conoce como pocos: la vida carcelaria y sus códigos, la desigualdad y el destino de un sector social en el que no existe ni la niñez ni la adolescencia tal cual la conocen la clase media y la clase alta.

César González nació en 1989 en la villa Carlos Gardel. Preso entre los dieciséis y los veintiún años, al salir del encierro comenzó un vertiginoso despliegue artístico. Cineasta, poeta, ensayista y productor musical, publicó los libros de poesía “La venganza del cordero atado” (2010), “Crónica de una libertad condicional” (2012), “Retórica al suspiro de queja” (2014) y “Rectángulo y flecha” (2021), y el libro de crónicas “El fetichismo de la marginalidad” (2021). Su trabajo como director de videoclips, documentales, cortos y largometrajes, es igual de fecundo.
















