

Las papas fritas no solo engordan: también elevan el riesgo de diabetes tipo 2. Investigadores de Harvard confirmaron que consumirlas tres veces por semana incrementa la probabilidad de desarrollar la enfermedad en un 20 %.


El dato impacta porque las hervidas, al horno o en puré no mostraron relación con la diabetes. El problema no está en el tubérculo, sino en el aceite caliente que lo impregna y altera su estructura interna.
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“Estamos cambiando el debate de ‘¿son buenas o malas las papas?’ a ‘¿cómo se preparan y qué comer en su lugar?’”, explicó Seyed Mohammad Mousavi, autor principal del estudio.
La investigación, publicada en BMJ, analizó los hábitos de más de 205.000 profesionales sanitarios durante casi cuatro décadas. En ese tiempo, 22.299 personas fueron diagnosticadas con diabetes tipo 2.

La explicación científica apunta al almidón. Cuando se hierve o se hornea, la papa conserva su entramado interno y ralentiza la liberación de glucosa. Pero al freírse, ese entramado se rompe, absorbe grasa y dispara el índice glucémico.
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Además, las fritas suelen servirse con exceso de sal, rebozadas y cocinadas en aceites recalentados, lo que genera compuestos dañinos para las células pancreáticas.
El estudio señala una alternativa concreta: sustituir fritas por cereales integrales reduce un 19 % el riesgo de diabetes tipo 2. En cambio, reemplazarlas por arroz blanco lo incrementa, debido a su alto índice glucémico.
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“Pequeños cambios en la dieta pueden tener un impacto enorme en la diabetes tipo 2”, afirmó Walter Willett, profesor de Harvard.
Aunque los científicos remarcan que no se trata de prohibir las papas fritas, sí recomiendan moderar las porciones y combinarlas con opciones más saludables. El mensaje es simple: la frecuencia y el contexto importan.
Fuente: Harvard, BMJ, Study Finds y Earth.com.


















