
Un estudio alerta que la deforestación tropical se vincula a 28.000 muertes anuales por calor
Actualidad31/08/2025
REDACCIÓN
Un estudio internacional difundido en Río de Janeiro encendió las alarmas sobre la relación directa entre la deforestación y la salud humana. Los científicos concluyeron que la pérdida de bosques tropicales está asociada a 28.000 muertes anuales por calor extremo, principalmente en Asia, África y América Latina.


La investigación fue realizada por la Fundación Oswaldo Cruz de Brasil en colaboración con la Universidad de Leeds del Reino Unido y la Universidad Kwame Nkrumah de Ciencia y Tecnología de Ghana. El trabajo aplicó por primera vez una escala pantropical que permitió abarcar las tres principales zonas de selvas húmedas del planeta.
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El análisis determinó que entre 2001 y 2020 más de 345 millones de personas estuvieron expuestas al calentamiento local generado por la deforestación. Durante ese período, la temperatura superficial diurna aumentó en promedio 0,27 °C, una cifra que, aunque parezca reducida, tuvo consecuencias significativas en la mortalidad.
Los resultados estimaron 28.330 muertes no accidentales cada año vinculadas al calor, con un rango de entre 23.610 y 33.560 fallecimientos. El Sudeste Asiático fue la región más afectada con 15.680 muertes anuales, seguida por África tropical con 9.890 y América Central y del Sur con 2.520.
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La investigación detalló que en dos décadas se perdieron 1,6 millones de kilómetros cuadrados de bosques: 760.000 en América tropical, 490.000 en el Sudeste Asiático y 340.000 en África. En las zonas deforestadas, el aumento de temperatura alcanzó 0,70 °C, más del triple que en áreas que conservaron su cobertura forestal.
Los especialistas también advirtieron que este fenómeno reduce la productividad laboral y expone a millones de trabajadores a riesgos sanitarios. Entre 2003 y 2018, al menos 2,8 millones de trabajadores tropicales estuvieron sometidos a niveles de calor superiores a lo considerado seguro para actividades al aire libre.
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El impacto fue más severo en países de bajos ingresos, donde el acceso a tecnología de adaptación como aire acondicionado es limitado y los sistemas de salud resultan frágiles. Esta situación genera una doble vulnerabilidad para las poblaciones pobres que dependen de los ecosistemas tropicales.
“La reducción de la deforestación también es una cuestión de salud pública, pues evita muertes por calor y garantiza condiciones más favorables para comunidades vulnerables”, afirmó Beatriz Oliveira, investigadora de Fiocruz Piauí y coautora del estudio.

















