Javier y Karina Milei.
El periodismo de investigación ha sido, en distintas épocas, la herramienta que expuso redes de poder, sobornos y abusos que marcaron la política argentina y global. Desde los contratos sospechosos de los 90 hasta los cuadernos de las coimas, y desde Watergate hasta los Panamá Papers, cada caso dejó huellas en la memoria pública.
En la Argentina de Carlos Menem, los escándalos se acumularon. El más recordado fue el IBM–Banco Nación en 1994, cuando la prensa reveló coimas millonarias en la informatización de la entidad. A eso se sumaron las irregularidades en las privatizaciones de empresas estatales y el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, denunciados en investigaciones que luego derivaron en causas judiciales.
Durante los gobiernos kirchneristas, los medios pusieron en agenda el caso Skanska en 2006, que mostró sobreprecios y pagos ilegales en obras de gasoductos. Poco después, la “bolsa de dinero” encontrada en el despacho de la ministra Felisa Miceli obligó a su renuncia.
El escándalo más resonante de aquella etapa fue el caso Ciccone, revelado por Perfil en 2012, que vinculó al vicepresidente Amado Boudou en la compra irregular de una imprenta. La investigación terminó en una condena judicial y marcó un antes y un después en la relación entre política y negocios.
En paralelo, el programa televisivo de Jorge Lanata puso en el centro la llamada Ruta del Dinero K, que señalaba a Lázaro Báez en maniobras de lavado. Poco después, en 2018, el periodista Diego Cabot en La Nación dio a conocer los cuadernos de las coimas, escritos por un chofer, que detallaban el circuito de sobornos empresariales y políticos durante años.
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La última década también mostró cómo las denuncias periodísticas podían impactar de inmediato. El Vacunatorio VIP en 2021 salió a la luz tras la confesión radial de Horacio Verbitsky y desató la renuncia del ministro de Salud. Más recientemente, se multiplicaron investigaciones sobre la gestión de programas sociales y alimentos en el Ministerio de Capital Humano, que golpearon al gobierno de Javier Milei.
En ese mismo contexto surgió el caso Libra en 2024, una investigación que expuso maniobras irregulares en contrataciones estatales vinculadas a la plataforma digital. Los informes periodísticos detallaron cómo se direccionaban contratos y se generaban beneficios económicos a funcionarios y empresarios cercanos al nuevo oficialismo.
Además, en los primeros meses del gobierno libertario se sumaron denuncias sobre cobro de coimas en la gestión nacional, con audios y documentos que circularon en medios y redes. Las publicaciones periodísticas describieron un entramado que combinaba favores políticos, contratos inflados y pagos ilegales, lo que abrió causas judiciales y tensó aún más la relación entre la prensa y el Ejecutivo.
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Pero no solo Argentina estuvo atravesada por estas revelaciones. En Estados Unidos, el caso Watergate en 1972 cambió para siempre la relación entre prensa y poder. Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, de The Washington Post, destaparon el espionaje ilegal del Partido Republicano. La investigación fue tan profunda que terminó con la renuncia del presidente Richard Nixon en 1974.
Antes, los Pentagon Papers publicados en 1971 por The New York Times habían mostrado cómo el gobierno norteamericano ocultó la verdad de la guerra de Vietnam. Y más tarde, en la década del 80, la prensa reveló el Irán–Contras, un escándalo de venta ilegal de armas para financiar a guerrillas en Nicaragua.
Europa también tuvo episodios decisivos. En Italia, la investigación periodística y judicial conocida como Mani Pulite sacó a la luz un sistema de coimas y financiamiento ilegal de partidos en los 90. En Francia, la petrolera Elf Aquitaine fue el centro de una trama de sobornos que se conoció gracias al trabajo de reporteros y fiscales.
En América Latina, el caso Odebrecht fue uno de los más grandes de la historia. Nació en Brasil en 2014 y, a través de investigaciones conjuntas de medios y jueces, se demostró cómo la constructora pagaba sobornos millonarios en casi todos los países de la región. Presidentes, exmandatarios y ministros quedaron implicados.
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El impacto de las filtraciones globales fue aún mayor con los Panama Papers en 2016, investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) que expuso sociedades offshore de políticos, empresarios y celebridades. Le siguieron los Paradise Papers en 2017 y los Papeles de Pandora en 2021, que mostraron cómo el poder económico y político se movía a través de paraísos fiscales.
En Sudáfrica, los GuptaLeaks de 2017 demostraron cómo una familia de empresarios manejaba ministerios y contratos estatales en el gobierno de Jacob Zuma. La investigación la encabezaron periodistas independientes y generó un terremoto político.
La característica común de todos estos casos es la misma: el periodismo actúa como contrapeso, revela lo que el poder quiere ocultar y deja huellas profundas en la política y la sociedad. Sin esas investigaciones, muchas de estas tramas habrían permanecido en las sombras.
La historia demuestra que, más allá de las presiones, los periodistas de investigación construyen relatos que cambian gobiernos, quiebran impunidades y sostienen la democracia. En Argentina y en el mundo, cada escándalo expuesto recuerda que el poder necesita ser controlado.
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