
Nepal estalla contra los ‘nepo kids’: lujo, corrupción y un país en llamas
Actualidad11/09/2025
Sergio Bustos
Nepal atraviesa sus días más convulsionados en décadas. Miles de jóvenes salieron a las calles para denunciar la corrupción y los privilegios de los llamados ‘nepo kids’, hijos de políticos que ostentan autos de lujo, relojes caros y viajes internacionales, en un país donde uno de cada cuatro ciudadanos vive bajo la línea de pobreza.


La chispa se encendió con videos virales en TikTok e Instagram. Allí aparecían hijos de jueces, ministros y parlamentarios presumiendo vacaciones en Europa, cenas en restaurantes exclusivos y vehículos de alta gama. El contraste con la precariedad cotidiana de millones fue insoportable para la Generación Z, que tomó la consigna #NepoKids como bandera.
Las manifestaciones comenzaron en Katmandú y pronto se extendieron a otras ciudades. La represión fue inmediata y violenta: cañones de agua, gases lacrimógenos y munición real contra los manifestantes. El saldo oficial ya supera los 25 muertos y cientos de heridos, en un escenario que alarma a la comunidad internacional.
La respuesta del gobierno agravó la crisis. Intentó bloquear redes sociales como Facebook, YouTube y X, bajo el argumento de controlar la difusión de contenidos “incendiarios”. Pero la medida fue percibida como un intento de censura. “Paren la corrupción, no las redes sociales”, gritaron los jóvenes en las calles.
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El enojo popular también tiene raíces históricas. Durante décadas, la riqueza y el poder se concentraron en pocas familias políticas. Hoy, esa desigualdad se refleja en los hijos que exhiben lujos mientras el desempleo juvenil alcanza al 20,8% según datos del Banco Mundial.
Las protestas derivaron en hechos de violencia inéditos. Manifestantes incendiaron el Parlamento y residencias de ex primeros ministros, atacaron la Corte Suprema y liberaron a más de 900 presos en la prisión de Kaski tras golpear a los guardias. El país quedó sumido en el caos.
El propio ministro de Finanzas, Bishnu Paudel, fue víctima de la ira juvenil. Manifestantes lo desnudaron, lo golpearon y lo arrojaron al río Bagmati. El episodio se viralizó y simbolizó la caída de respeto hacia la dirigencia.
Frente a la magnitud de la crisis, el primer ministro Khadga Prasad Sharma Oli presentó su renuncia. “He renunciado al cargo de primer ministro con efecto inmediato, para buscar una salida política en este momento extraordinario”, expresó en una carta dirigida al presidente.
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La salida de Oli no calmó las calles. Para los jóvenes, su dimisión fue apenas un paso, pero no resolvió las demandas centrales: mayor transparencia, auditorías sobre las fortunas de los políticos y el fin del nepotismo.
La Universidad de Katmandú y la Universidad de Pokhara respaldaron públicamente las manifestaciones. Académicos explicaron que la figura de los ‘nepo kids’ encarna la frustración con un sistema político que permite a familias enriquecerse mientras la mayoría sobrevive con salarios bajos o sin empleo.
En paralelo, el Ejército salió a patrullar Katmandú para recuperar el control. Soldados montaron retenes en calles y puentes, revisaron vehículos y llamaron a la calma. “Hoy está tranquilo, el ejército está presente en todas las calles”, dijo un uniformado a AFP.
El jefe de las Fuerzas Armadas, general Ashok Raj Sigdel, pidió un alto a la violencia y llamó a establecer un diálogo. El gesto fue interpretado como un punto de inflexión. Sin embargo, las organizaciones juveniles respondieron que no se detendrán hasta ver cambios concretos en la gestión política.
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Organismos internacionales expresaron preocupación. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, se mostró consternado por la escalada. “Me preocupan los informes sobre ataques a edificios públicos y agresiones a funcionarios, así como el uso desproporcionado de la fuerza contra manifestantes”, advirtió.
En Nepal, la protesta juvenil no es solo contra un gobierno sino contra un sistema. La consigna #NepoKids unificó demandas dispersas en un reclamo profundo: terminar con los privilegios hereditarios y garantizar un futuro más justo. Mientras tanto, la violencia sigue latente y el país se asoma a un proceso político incierto.

















