
El artista chileno transforma el Museo de Cera en un “retablo de ultraderecha” con Milei como perro de Trump
Actualidad08/10/2025
REDACCIÓN
Un golpe de arte y política sacudió el Museo de Cera de Madrid esta semana, cuando el artista chileno Nicolás Miranda realizó una intervención efímera en el espacio dedicado al presidente estadounidense Donald Trump. En una acción que duró apenas 30 minutos, Miranda colocó figuras del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, vestido de Chucky, el muñeco diabólico de la película de terror, y Javier Milei como un perro faldero a los pies del presidente republicano.
Según explicó el propio artista, la "acción" busca provocar una reflexión sobre la actualidad global, específicamente en torno a temas como el genocidio en Gaza y la ultraderecha. “Lo que me interesa es el lenguaje, y, siendo sincero, tocar los cojones”, comentó Miranda, quien subrayó que su obra no buscaba ser un panfleto político, sino más bien mostrar las contradicciones del sistema. La escena, titulada "Child's play" (Juego de niños), se desmoronó tan rápidamente como se montó: "armamos todo en el Despacho Oval, tomamos algunas fotos y luego desmontamos la muestra".
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El montaje fue insólito. En el centro, Trump y Melania rodeados por Netanyahu (convertido en Chucky) y Milei, quien, a diferencia de su usual imagen, ladraba a los pies del mandatario estadounidense. A su alrededor, tres figuras representando a destacados políticos de la ultraderecha española: Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez-Almeida y Santiago Abascal.

Miranda explicó que su intervención busca criticar la "sociedad del espectáculo", esa cultura mediática donde los personajes políticos se transforman en personajes de circo. "A partir de la mezcla de elementos absurdos, quise mostrar una crítica al sistema actual", aseguró el artista, que en el pasado también se hizo conocido por colocar una escultura del rey emérito Juan Carlos I disparando a la escultura del Oso y el Madroño en Madrid.
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El museo, por su parte, se desvinculó de la intervención, aunque, según Miranda, todo el proceso de infiltración fue "muy fácil". Durante un año, el artista y su equipo se dedicaron a estudiar el lugar, identificar los momentos con menos afluencia de público y coordinar la logística para ingresar las figuras, fabricadas con una estructura metálica, masa de modelar y pintadas a mano.
Esta acción, que pone en evidencia el poder del arte como medio para provocar y cuestionar el orden establecido, también reabre el debate sobre el uso del espacio público y las fronteras del arte. ¿Dónde termina la provocación artística y empieza la desinformación? La polémica no tardó en llegar.
Fuente: EFE
















