
Escapó de un matrimonio infantil impuesto, luchó por su vida y hoy con su éxito desafía al mundo
Actualidad15/11/2025
REDACCIÓN
La biografía de Roya Karimi reúne dolor, determinación y un giro inesperado que la llevó de un matrimonio infantil en Afganistán a los escenarios más exigentes del fisicoculturismo europeo. Su recorrido, atravesado por la violencia estructural y por la búsqueda de libertad, se convirtió en un símbolo para quienes aún viven bajo normas que anulan cualquier posibilidad de elección personal.


Roya llegó a Noruega hace catorce años junto a su madre y a su hijo pequeño. Atrás quedaba una vida marcada por restricciones, un marido impuesto y la maternidad forzada a los 15 años. En su relato, detalla que “hubo un tiempo en Afganistán en el que ni siquiera tenía permitido hacer ejercicio libremente”, una frase que resume la distancia entre el país que dejó y el que la recibió.
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En Oslo encontró un entorno que la obligó a adaptarse a otra cultura, estudiar, trabajar y aprender un idioma desconocido. Ese proceso, admite, no fue sencillo, pero le permitió construir un nuevo punto de partida. Trabajó en un hospital tras completar su formación en enfermería y, con el tiempo, amplió su capacitación con estudios de nutrición y preparación física.
El gimnasio apareció como una puerta inesperada: más que un hobby, fue un espacio para volver a definirse. Según afirma, “el gimnasio me ayudó a liberarme de las limitaciones mentales y sociales que me habían impuesto durante años”, una percepción que impulsó su paso al entrenamiento competitivo. Esa transformación la llevó a compartir una identidad novedosa con su segundo marido, Kamal Jalaluddin, con quien conforma la primera pareja fisicoculturista afgana.
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En Noruega no sólo cambió de profesión; también aprendió a convivir con libertades que nunca antes había experimentado. Allí tomó la decisión de dejar la enfermería y dedicarse de lleno al deporte competitivo, un giro que modificó para siempre su horizonte personal. Aunque reconoce que “el mayor desafío fue romper las barreras y el armazón que otros nos habían impuesto”, sostiene que ese salto fue decisivo para avanzar hacia otro nivel de competencia.
Su historia ganó notoriedad cuando triunfó en el Abierto de Stoperiet, donde obtuvo el primer lugar en la categoría Wellness. Esa victoria le abrió paso al Clásico de Noruega 2025 y luego al ámbito europeo, un camino que desembocó en su clasificación a los Campeonatos Mundiales de Culturismo. Con un bikini verde, un tono de piel preparado para resaltar los músculos y una presencia escénica estudiada, Karimi comenzó a ganar reconocimiento entre las figuras de mayor proyección en el circuito.
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Mientras se prepara para competir en la etapa mundial, sigue conectada con mujeres afganas que la contactan desde distintos países. Les habla de salud, de autoestima y de resistencia emocional frente a un entorno que les niega derechos básicos. Su preocupación es permanente y se expresa en frases como “muchas mujeres todavía no gozan de sus derechos humanos más básicos, como la educación”, un recordatorio del contexto que dejó atrás.
En paralelo, Roya lidia con la hostilidad que recibe en redes sociales, donde las críticas y amenazas se multiplican. Frente a ese escenario, afirma que “detrás de mi imagen hay años de sufrimiento, esfuerzo y perseverancia”, un mensaje que resume el costo de abrir un camino que desafía mandatos profundamente arraigados.
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Hoy sostiene una doble misión: competir en el máximo nivel deportivo y amplificar la voz de mujeres afganas que siguen sometidas a normas que las invisibilizan. Su aspiración, en palabras propias, es tan simple como profunda: “Espero que llegue el día en el que las mujeres afganas puedan vivir sin temor, ser ellas mismas y perseguir sus sueños”.
Fuente: BBC News




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