Los hutíes sentencian a 18 trabajadores de la ONU por presunto espionaje
Actualidad22/11/2025
REDACCIÓN
Un tribunal hutí condenó a muerte a 18 trabajadores de la ONU por presunto espionaje y desató la condena internacional.
La crisis en Yemen sumó un capítulo aún más grave. Un tribunal bajo control hutí en Saná condenó a muerte por fusilamiento a 18 trabajadores humanitarios yemeníes que prestaban servicios para agencias de la ONU, acusados de espiar para Israel y gobiernos aliados.
La sentencia también impuso diez años de prisión a otras dos personas, incluida una mujer, por los mismos cargos. El anuncio se realizó a través de la cadena al-Masirah, portavoz del movimiento rebelde, que detalló acusaciones que van desde la filtración de información militar hasta la instalación de cámaras pagadas por potencias extranjeras.
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Según el tribunal hutí, los condenados habrían entregado datos sobre movimientos de líderes del grupo, posiciones de misiles y depósitos de armamento, hechos que —afirman— derivaron en ataques contra objetivos militares y civiles en la capital yemení.
El trasfondo de esta decisión se remonta a agosto, cuando ataques aéreos israelíes en Saná mataron a decenas de funcionarios hutíes, entre ellos altos mandos militares. Tras esos bombardeos, el movimiento rebelde respondió con detenciones masivas y allanamientos en oficinas de la ONU.
La televisión hutí difundió días atrás videos de supuestas “confesiones”, una práctica que organizaciones internacionales denuncian como habitual en procesos sin garantías.
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La reacción de Naciones Unidas llegó de inmediato. António Guterres exigió la liberación “inmediata e incondicional” de todos los empleados detenidos y advirtió que la persecución a trabajadores humanitarios agrava una situación límite para millones de yemeníes que dependen de la asistencia internacional.
Desde octubre de 2023, los hutíes intensificaron ataques con misiles y drones contra Israel como muestra de apoyo a Palestina en el conflicto de Gaza. Israel respondió con bombardeos sobre territorios controlados por la milicia, ampliando un conflicto regional que ya dejó miles de muertos y una crisis humanitaria extrema.
El caso ahora expone no solo la fragilidad del personal humanitario en zonas de guerra, sino también el avance de una dinámica represiva que amenaza con escalar aún más.
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