
Consejos esenciales para manejar con lluvia y reducir riesgos en rutas y ciudades
Actualidad24/11/2025
REDACCIÓN
Cuando la lluvia aparece y la visibilidad se reduce, la conducción se transforma en un ejercicio que exige mayor atención. Los especialistas señalan que el primer paso es entender que las distancias deben ser más amplias y que cada maniobra necesita anticipación, sobre todo porque el frenado tarda más y la adherencia se modifica por completo. En ese escenario, muchos automovilistas cometen un error frecuente: encender las balizas en movimiento. Aunque parezca lógico para “verse más”, su uso está destinado exclusivamente a indicar detención y puede confundir al resto de los conductores.


Otro punto central es la velocidad. La recomendación es disminuir la marcha unos 10 km/h respecto de un día normal, encender las luces y evitar salir en los momentos de mayor caudal de agua. Cuando la lluvia se vuelve intensa y los charcos se multiplican, la prudencia invita a esperar unos minutos hasta que el clima ofrezca una pausa, porque incluso una maniobra simple puede complicarse si la calzada se vuelve resbaladiza.
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Los charcos grandes representan un riesgo adicional. El auto puede desestabilizarse si los neumáticos no alcanzan a drenar el agua, lo que genera pérdida momentánea de dirección. Por eso, si atravesar uno es inevitable, conviene bajar la velocidad y cruzar despacio, con las manos firmes en el volante y sin provocar movimientos bruscos. En paralelo, el limpiaparabrisas debe permanecer en funcionamiento constante, ya que cualquier acumulación de agua sobre los vidrios reduce la capacidad para advertir lo que sucede adelante.
En días de lluvia, la distancia de seguridad se vuelve determinante. Los instructores de manejo aconsejan mantener entre cuatro y cinco segundos de separación respecto del vehículo que circula adelante, un margen que permite reaccionar incluso cuando la frenada se prolonga por la calzada mojada. También es importante controlar los espejos con mayor frecuencia para evitar que otro auto se acerque demasiado desde atrás.
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Uno de los mayores riesgos es el aquaplaning, un fenómeno que se produce cuando el neumático deja de tener contacto directo con el asfalto. El auto se desliza sobre una fina capa de agua y deja de responder a los movimientos del volante. En esos casos, lo indicado es soltar el acelerador, sostener el volante con firmeza y pisar el embrague hasta que la tracción vuelva a sentirse en las ruedas, un proceso que suele durar apenas unos segundos pero que requiere calma y control.
El interior del vehículo también necesita atención. La ventilación es clave para evitar que los vidrios se empañen, porque la falta de visibilidad interna puede ser tan riesgosa como la lluvia misma. Muchos autos tienen sistemas para desempañar, pero si no funcionan correctamente, lo más efectivo es bajar levemente las ventanillas para generar circulación de aire y despejar por completo el parabrisas.
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En cada lluvia fuerte, las calles muestran que una conducción cuidadosa marca la diferencia. La prevención, la calma y el respeto por el entorno logran que el viaje sea más seguro, incluso cuando las condiciones del clima no acompañan.
Fuente: LA NACIÓN.

















