
Docente acusada de abuso habló con #LA17: “Eran historias que no podían ocurrir en un ambiente escolar”
Policiales26/11/2025
REDACCIÓN
La docente Roxana reconstruyó en diálogo con El Quinto Poder un proceso que modificó su vida por completo desde que recibió una denuncia que, según afirma, la tomó por sorpresa y generó un camino judicial de más de un año y cuatro meses. La maestra sostiene que “sigo en pie” pese al desgaste emocional y describe un expediente que avanzó de forma lenta, con audiencias postergadas y decisiones que alteraron su trabajo, su economía y la vida cotidiana de toda su familia.


La maestra recuerda que recibió su titularidad en 2023 en una escuela donde había trabajado apenas unos meses, con un grupo que describe como muy comprometido. Asegura que “nunca hubo una queja ante el equipo directivo” y que su relación con las familias se mantuvo dentro de los parámetros habituales, con entrevistas, consultas y planteos propios del proceso de aprendizaje. La primera acusación surgió por un supuesto maltrato verbal, lo que derivó en la intervención de directivos y supervisores que observaron el funcionamiento del aula y descartaron irregularidades.
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Según relata, la situación cambió de forma abrupta cuando apareció una segunda denuncia, también desestimada en la escuela, y poco después se presentó una acusación por supuesto abuso sexual simple. “Me enteré el día que me detuvieron, no tenía ni idea en qué situación estaba esto”, recuerda, al describir cómo pasó de su rutina escolar a quedar detenida, con allanamientos en su domicilio y la incautación de computadoras, teléfonos y dispositivos personales.
El proceso incluyó peritajes y análisis de toda la información secuestrada. En una audiencia posterior, se informó que no se encontraron elementos que respaldaran los hechos denunciados. Roxana explica que aún hoy no recuperó ninguno de sus objetos y que cada avance procesal estuvo acompañado por un impacto emocional profundo. “Fue de golpe, pasé por muchos estados y traté de entender algo que no tenía explicación”, señala sobre los primeros días del expediente.
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Uno de los momentos más difíciles, según contó, fue su presencia en las cámaras Gesell. Allí escuchó relatos que consideró imposibles de sostener con la realidad del aula. “Eran historias que no podían ocurrir en un ambiente escolar”, afirma, y recuerda que un profesional de la psicología la acompañó para interpretar la dinámica que surgió en esas instancias. También destaca que varias familias del curso se comunicaron para expresar apoyo y disposición a testificar sobre el funcionamiento cotidiano del grado.
El impacto sobre su vida laboral fue inmediato. Al iniciarse la investigación, quedó apartada del aula y no pudo volver a incorporar horas ni tomar otros cargos. “Estoy con un trabajo mínimo y tengo que vivir con un sueldo de docente de jornada simple”, explica sobre la situación económica que arrastra desde entonces. También detalla que la detención y la prisión domiciliaria modificaron por completo la organización familiar, especialmente por la crianza de su hija menor, que en ese momento tenía un año.
Roxana también describió cómo vivieron el proceso sus hijos adolescentes, contenido por el entorno cercano y por las instituciones educativas. En cambio, su hija pequeña sufrió una separación brusca durante la etapa inicial del expediente. “Ella dejó la teta de un día para otro y busca una manta para dormir desde entonces”, contó, al señalar que ese cambio abrupto aún le provoca angustia.
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Sobre el funcionamiento de la Justicia, expresó sensaciones encontradas. “Quiero creer en la Justicia todos los días”, afirmó, aunque reconoce que el expediente superó ampliamente los plazos previstos y avanzó con demoras que profundizaron la incertidumbre. Aun así, destacó el trabajo de sus abogados y la valoración de las pruebas que fueron incorporando durante el proceso.
En pocos días tendrá lugar una audiencia clave que definirá si la causa va a juicio el próximo año. Roxana espera esa instancia con cansancio acumulado, pero también con la necesidad de cerrar un capítulo que la mantuvo paralizada durante más de un año. “Quiero que esto termine, y si tenemos que ir a juicio, iremos”, expresó.
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Al ser consultada sobre su futuro profesional, reconoce que no imagina un regreso inmediato al aula, aunque no descarta volver cuando recupere estabilidad emocional. También mencionó que, entre colegas, crece el temor a que episodios similares se repitan y anticipó que muchas docentes consideran inevitable la instalación de cámaras en las aulas para resguardar su trabajo. “Tarde o temprano voy a volver a una escuela, pero será paso a paso”, reflexiona.
El cierre de la entrevista dejó una sensación clara sobre el impacto humano que permanece detrás del expediente. “Pusieron mi vida en pausa, la de mis hijos y la de mi familia”, resume, mientras aguarda la próxima audiencia que marcará el rumbo judicial del caso.


















