Cuál es el impacto de la tinta de tatuajes en el sistema inmune y su efecto sobre vacunas

Actualidad26/11/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Tinta de tatuaje foto ilustrativa fuente Freepik
Tinta de tatuaje foto ilustrativa fuente Freepik

Un equipo de científicos de la Universidad Humanitas, ubicada cerca de Milán, publicó en la revista PNAS un estudio que vuelve a poner bajo la lupa la seguridad de las tintas utilizadas en tatuajes. Los investigadores documentaron que los pigmentos se acumulan en los ganglios linfáticos, generan inflamación prolongada y alteran la eficacia de vacunas como las de Covid e influenza.

La investigación parte de un fenómeno que crece en todo el mundo: la expansión del tatuaje como práctica cultural, especialmente entre jóvenes. Según datos recopilados por el equipo, casi una de cada cinco personas tiene al menos un tatuaje, mientras que en Estados Unidos la prevalencia supera el 30 por ciento. El trabajo advierte que esta tendencia convive con un nivel de regulación escaso respecto de la composición y el comportamiento biológico de las tintas.


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Los especialistas explicaron que durante el tatuado, las agujas penetran de manera repetida en la capa dérmica y depositan pigmentos complejos compuestos por aglutinantes, solventes y aditivos. Ese material, señalaron, permanece de forma estable porque no es soluble en fluidos corporales. El estudio confirmó que parte de esos pigmentos migra hacia los ganglios linfáticos, donde puede permanecer durante años.

Al analizar la respuesta del sistema inmune frente a esa acumulación, los investigadores describieron que la tinta es captada por células fagocíticas, fundamentales para la defensa del organismo. Según el trabajo, “la tinta se retiene en las células fagocíticas, que sufren muerte celular e inducen una respuesta inflamatoria prominente y a largo plazo”, con niveles elevados de citocinas detectadas hasta dos meses después del tatuaje. Esa persistencia, sostienen, muestra que el impacto sobre el sistema inmune va más allá del proceso inicial.


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El equipo también evaluó cómo se ve afectada la respuesta a diferentes vacunas. En pruebas realizadas con modelos animales, observaron que los niveles de anticuerpos tras la aplicación de la vacuna de Pfizer Covid‑19 vaccine disminuyeron de manera significativa en todos los grupos tatuados a los diez días de la inmunización. La reacción contrastó con lo que ocurrió con la vacuna antigripal inactivada, cuya respuesta se vio incrementada en animales tatuados con tinta negra y roja, una diferencia atribuida a los distintos mecanismos de acción entre ambas plataformas.

Para avanzar en el análisis, los investigadores seleccionaron tintas de tres colores —negro, rojo y verde— producidas por uno de los proveedores más utilizados a nivel mundial. Luego tatuaron un área de 25 milímetros cuadrados en una de las extremidades de los modelos y siguieron durante días el desplazamiento de los pigmentos. El trabajo reveló que la tinta se disemina por el sistema linfático, se acumula en los ganglios poplíteos y provoca variaciones en la cantidad de macrófagos, con aumentos iniciales y descensos posteriores que varían según el tipo de pigmento.


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El estudio también indagó en los efectos a largo plazo sobre la inmunidad. Una de las conclusiones centrales fue que la presencia continuada de pigmentos insolubles podría interferir en la capacidad de los macrófagos para controlar la propagación de virus y bacterias. Los autores señalan que “la acumulación de pigmento y la muerte de macrófagos podrían afectar la capacidad de estas células para contener patógenos, aumentando el riesgo de diseminación”.

Los científicos plantearon que la regulación actual de tintas para tatuajes es insuficiente en comparación con la industria farmacéutica, pese a que se trata de sustancias que ingresan en el organismo de manera permanente. Destacaron que los estudios toxicológicos disponibles son limitados y que aún falta investigación sobre el destino biológico de los pigmentos y su interacción con el sistema inmune. Para los autores, la información obtenida debería incorporarse a programas de control sanitario y a políticas públicas orientadas a reducir riesgos.


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La publicación abre un nuevo debate sobre los efectos sistémicos de una práctica cada vez más extendida. El trabajo concluye que las alteraciones detectadas justifican revisar estándares de seguridad y promover más estudios para comprender cómo los pigmentos afectan la salud a corto y largo plazo, especialmente en relación con respuestas inmunes vinculadas a vacunación y agentes infecciosos.

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